Quedamos embarazados y entramos en este mundo de la
maternidad y la paternidad.
Queremos hacerlo bien.
Lo mejor que se pueda.
Leemos
Estudiamos
Vamos a cursos, conferencias
Dominamos teorías
Elaboramos planes
Estrategias
Asumimos posturas que defendemos a capa y espada
Tenemos la mejor voluntad
Queremos ser excelentes padres
Los mejores
Que nuestros hijos sean felices
Buenas personas. (lo que sea que eso signifique)
Llega el momento
Tenemos la mejor voluntad
Seguimos el plan al pie de la letra
Hacemos todo lo que hay que hacer
Aún así terminamos haciendo (y siendo) todo eso que no queríamos
Nuestros partos y lactancias se alejan de nuestro imaginario
O nos invade la tristeza, una tristeza que no parece tener
razón de ser
Somos los padres impacientes
Las mamás gritonas (las que a veces hasta dan palmadas)
Queremos estar presentes y nos desbordamos en aburrimiento
Castigamos
Decimos cosas que salen de la boca sin permiso
Somos autoritarios
tal vez permisivos
Maltratamos, nos ausentamos,
sobreprotegemos o abandonamos. (también NOS abandonamos)
Creíamos que volveríamos al trabajo con tanta tranquilidad o que soportaríamos estar todo el tiempo en casa
Pero todo se sale de control
Nada es lo que creíamos
Tenemos la mejor voluntad
Consultamos, preguntamos, queremos hacerlo bien
Nuestros hijos se enferman, se portan mal, gritan, muerden,
pegan,
O son extremadamente pasivos
No rinden en el colegio
O no son suficientemente deportistas
O artistas, o generosos..
No cumplen nuestras expectativas.
(inmensas expectativas muchas veces disfrazadas de amor y
conciencia)
Son egoístas, no nos hacen caso
Lloran más de lo normal
¡No pueden estar solos!
Son caprichosos, demandantes
Les gustan las princesas y las armas
Y la comida chatarra
Son groseros y desconsiderados
Pero tenemos la mejor voluntad
Revisamos nuestros libros, nuestras teorías
Vamos paso a paso
Nos ponemos metas y planes muy honorables
Estaré más tiempo
No les volveré a gritar
Satisfaré todas sus necesidades
Seré amoroso
Iré a su ritmo
Lo llevaré a los mejores especialistas
A los mejores colegios
(o tal vez lo educaré yo mismo)
Haré la tarea bien hecha…
Tenemos la mejor voluntad
Pero los resultados no parecen cambiar.
Los consejos no nos sirven de nada
Agotamos los expertos de todas las áreas
Justo cuando creemos haber tocado el cielo con las manos
Todo parece derrumbarse
Nuestras parejas no son lo que deberían
Los parientes no nos dejan en paz
Todos opinan
Tenemos la mejor voluntad
Las pautas son confusas y contradictorias
Hay estudios que dicen miles de cosas
Lo normal tiene mil definiciones
Y nuestros hijos no duermen lo que se supone
No comen lo que tienen que comer
No cumplen con las tablas
No saben lo suficiente.
El vecino va más adelantado
Los primos son más obedientes
Los compañeros más cariñosos
Más altos, más flacos, más hábiles, más educados, mas
autónomos, más respetuosos, más tranquilos, más sensibles, más conscientes…
Todo desde los ojos de la angustia.
De la comparación
De los absurdos esquemas de éxito que insistimos en
imponernos
Tenemos la mejor voluntad
Pero la voluntad no alcanza
Porque la crianza pertenece a mundos internos
Inexplorados
Somos los padres y las madres que podemos ser
Los que somos con todo esto que habita en nosotros.
Lo conozcamos
o no.
Lo aceptemos o no.
La crianza no es una fórmula. Un modelo. Una teoría.
No se trata de construir cierto tipo de seres humanos
siguiendo algunas instrucciones.
La crianza es más la
conexión con nuestros hijos y con nosotros mismos
Es un lugar de encuentro.
En el que lo que nosotros somos se conjuga con lo que ellos
son.
Es un espacio fértil en el que crece lo que somos
esencialmente.
O no.
Porque estamos tan ocupados buscando afuera respuestas y tan
temerosos de echar un vistazo hacia adentro
Nos desconectamos
Nos perdemos
Tenemos la mejor voluntad
Pero pretendemos buscar soluciones mágicas en lugares
equivocados
Queremos controlar lo incontrolable
Comprender lo incomprensible (al menos desde la mente
racional)
Nuestros hijos nos muestran el camino
Nos dicen todo el tiempo lo que necesitan .. y lo que no
Nos piden de mil maneras
Solo que no podemos escuchar, ni ver, ni sentir
Porque estamos distraídos
Nos negamos hacernos cargo de nosotros mismos
Preferimos la respuesta fácil
La indicación correcta y simple
¿Pero si hemos hecho todo lo mejor?
¿Todo lo que nos dijeron?
Todo menos mirarnos
Aceptarnos
Adentrarnos a ese mundo interno, caótico, extraño
Doloroso y sin sentido
En el que tenemos que atravesar monstruos
Vernos de frente desnudos
Reconocernos
Sentirnos
Teniendo el valor de asumir la responsabilidad por nuestra
vida
Despejando el camino al amor
A una intuición anestesiada
A una sabiduría dormida
Que residen en el interior.
Detrás de toda esa maraña que hemos tejido con el tiempo
Para protegernos de heridas infantiles
Que ya no son
Tenemos la mejor voluntad
Nos hace falta valentía.
Nos hace falta valentía.
Ana, tu post le abre camino a un post que hace ratone ronda. Un post acerca de tanta lectura, consulta y busqueda incesante de consejos para criar. Gracias por que es muy acertado y para mi, llega en el momento justo. Te citó, apenas lo escriba. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias! Un abrazo grande
EliminarAna, qué maravilla, me ha encantado. Lo comparto. Un abrazo
ResponderEliminarAndrea
Gracias! Un abrazo para ti.
EliminarPrecioso, claro y valiente
ResponderEliminarviví en españa once años y creo que en general los padres españoles (no me meto con las madres ) en general son buenos padres, no creo que se coman tanto el coco como en este texto y se da mas en los que tienen los hijos "muy" entrados en años.
ResponderEliminarhay que ser naturales y dar todo el amor y el tiempo que se pueda y cruzar los dedos porque este mundo es una loteria.
Gracias Ana por tu presencia en el mundo de la cobardía. Un saludo desde Bucaramanga gestando y abriendo espacios como el que propones. Lily
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