Por Ana María Constaín
Después de una buena racha de buenas noches, Eloísa se
despierta en la madrugada: “Mamá, aquí conmigo”… (en el colchón en el que
duerme, al lado de nuestra cama!) Sonámbula me levanto, me acuesto a su lado, y
la abrazo. “consiénteme mamá”. Le acaricio la cabeza. Ella se voltea y me dice:
“Estoy feliz”. Nos quedamos dormidas
otra vez y me quedo ahí las horas que nos quedan de sueño antes de que se
despierte pidiendo su banano de rutina.
Esta es mi manera de ser mamá de noche. Después de dos años
de batalla, encontramos como familia una forma en la que las necesidades de
todos fueran atendidas. (Al menos parcialmente!!).
Y es que ser mamá de noche, ha sido tal vez, lo más difícil
para mí. Entre otras cosas porque ha sido una de las cosas con las que más me
he peleado. Con la que más me ha costado estar en el presente sin proyectarme a
futuros catastróficos.
En nuestro intento por que Eloísa pase la noche, o más bien,
por nosotros poder pasar la noche!, hemos leído y probado cuánta cosa hay por
ahí.
Podría escribir un libro sobre todas las teorías que me he
inventado sobre por qué se despierta tanto. Desde su nacer por cesárea, hasta
unas bastante más esotéricas, acerca de seres de otras dimensiones. Mis
hipótesis han sido variadas. He pasado por revisar mis estados emocionales, quitarle
la leche entera o regular el calor y el frío, por nombrar solo algunas.
Ella ha dormido a nuestro lado, con nosotros, encima de
nosotros, en su cuna, en su cama. En nuestro cuarto, en su cuarto.
Hemos seguido rutinas estrictas, intentado seguir sus
patrones de sueño.
Por la casa han pasado cuántas hierbas, gotas y baños
asociados al dormir.
Y músicas, sonidos, luces y silencios.
Eloísa se ha dormido hacia el sur y hacia el norte.
Libre de ondas electromagnéticas.
Con chupo, con tetero, con muñeco, con cobija, con agua… y
sin ellos.
La hemos arrullado, balanceado, cantado, paseado, la hemos
dejado acostada hasta que logre conciliar el sueño ella sola… (es decir NUNCA)
Desde Duérmete Niño, hasta Dormir sin Lágrimas, han pasado
por mis manos unos cuantos libros. Todos por supuesto contradictoriamente
opuestos.