jueves, 26 de septiembre de 2019

Silencio

En muchas de las sesiones con los niños , me viene la idea de que tengo que tener más juguetes, actividades y propuestas.
En ese instante de vacío en el que el silencio parece devorar el espacio, o cuando un "estoy aburrido" amenaza el ego terapéutico.
Una y otra vez, en la presencia, la paciencia y la contemplación, algo emerge de lo que parece nada.
Algo que el mundo interior necesita expresar, crear o manifestar.
La esencia de cada ser florece, de diversas maneras. Cada uno encuentra en ese pequeño espacio infinitas posibilidades que a mi nunca antes se me habían ocurrido.
Si les dejo, y apaciguo mi afán de hacerlo bien, la presencia se instala como si fuera una música armoniosa, silenciosa y de sonidos tan sutiles al mismo tiempo.
Los diagnósticos, las hipótesis, las metas e intervenciones resolutivas se esfuman, y queda algo que difícilmente puedo nombrar.
Algo que intuyo, los niño/as anhelan, y no saben muy bien qué es, ni como se pide.
Es esa brecha en el tiempo, en donde nada es tan importante como su propia existencia.
Lo que surge es una manifestación de ellos mismos, que no necesariamente han aprendido previamente. Que no están imitando de nadie, y que no depende de algunas instrucciones.
Sé en ese momento que no necesito más objetos, juegos o propuestas. No es importante entretenernos, ni lograr grandes avances.Ni hacerlos hablar, para obtener información que considero relevante. Tampoco arreglarlos, de tal manera que encajen en ese lugar en donde incomodan.
Ello/s tal vez solo quieren un espacio para parar el ritmo ajeno, silenciar las voces de tantos, refugiarse de las agendas de quienes los rodean. Dejar de ser objeto de análisis, producto de intervenciones exitosas, resultados de metodologías de aprendizaje brillantes. Ser ello/as mismos y no un proyecto de alguien más.
Se necesita muy poco para que el potencial de cada uno encuentre su vía de manifestación. Es más lo que hay que dejar de hacer.
Saberlo nos permite soltar tanto control, dejar de creer que somos nosotros quienes formamos a los niños, y confiar en la fuerza de la vida que pasa a través nuestro sin ningún esfuerzo. Saber que las respuestas aparecen en el silencio, y que las acciones surgen espontáneamente sin que tengamos que pensarlas tanto o sin que tengamos que ser esclavos de nuestros impulsos.
Unos minutos sentados en silencio frente al niño/a es todo lo que se necesita a veces.
Sin embargo, ¿Cuántos podemos estar en silencio? ¿Y más aún cuando estamos vestidos del rol de adulto formador, maestro o terapeuta?

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Oscuridad




Los días antes de iniciar un nuevo grupo de La Voz de la Sombra, siento ese vacío tan propio de ir a un lugar oscuro. A mi en lo particular, siempre me ha dado mucho miedo la oscuridad.

Ayer con las niñas hablábamos de eso y me di cuenta que ese miedo ya no es tan vigente, quizá porque de tanto ir a lo oscuro, me he encontrado con esa luz interna que nunca se apaga.
Ese ha sido el truco en mi batalla con la Oscuridad. Recordar que la oscuridad en sí misma no existe, solo es ausencia de luz. Y luz somos. Así que la oscuridad no se combate, se ilumina. ¿Cómo? , llevando la luz de la consciencia.
Cuando somos esa luz, en lugar de buscarla por todas partes, no hay oscuridad posible, ni necesidad de deshacernos de nada. Entendemos que eso es imposible, y que nada puede ser excluído realmente.
Aquí vamos de nuevo con este nuevo grupo, a aventurarnos en la sombra para descubrirla tan solo una ilusión.
Todavía nos queda un cupo disponible.
Si alguien se anima a esta travesía, puede escribir a prismagestalt@gmail.com
Foto: @2.fotografos