viernes, 17 de octubre de 2014

Anhelado Silencio

Por Ana María Constaín



Muchas veces, al final del día, siento un nivel de agotamiento que me supera.
Toda mi paciencia se esfuma y me voy convirtiendo poco a poco en un ser que dista mucho de lo que quisiera ser como madre.

Respiro. Intento contactar con todo el amor que tengo por ellas que parece ocultarse en una olas de desesperación que empiezan a ocupar todo mi espacio.

Las miro y me recuerdo que son niñas pequeñas, y yo, la madre adulta que está ahí para ellas.

Vienen sus gritos, proporcionales al cansancio de todos
Su lado fugitivo en cuando aparece la pijama
El jugo que se riega en la mesa,
El cuento leído 5 veces,
Las preguntas más filosóficas
Las ganas de aprender algo nuevo y muy complejo
El descubrimiento de un juguete viejo cuando estamos al fin terminando de recoger
El popo en el pañal recién cambiado
El yo puedo sola de la que no puede y el lo haces tu? de la que si puede.

Respiro. Comprendo que son niñas.

Se acerca la hora gris. Tan próxima a la hora negra.

¡Que no estoy cansada! Dice una
Tete… tete… dice la otra

Cuando al fin se logra lo heróico, de tenerlas a las dos en cama
Faltan cobijitas, muñequitos, almohaditas
Sobran la ganas de ir al baño
Mas agua, menos luz,
Calor, frio…

Voces. Muchas voces. Gritos. Quejido. Llantos. Pedidos.
Cuerpos demasiado cerca de mi.

Colapso. Siento mi cuerpo completamente saturado. Mis sentidos ya no pueden recibir más información. Mi piel no tolera más contacto.

Anhelado silencio

Anhelado espacio

Tan escaso.

Viene el grito incontrolable.
El regaño.
El no puedo más.
El me voy a enloquecer
El me voy a ir y se duermen solas!

Y toda la ráfaga de palabras que había tenido dominadas.
Se apoderan de mi
Una explosión que no puede ser evitada.

Al fin llega el sueño.

Y un dulce silencio me envuelve

En puntillas salgo con terror a hacer un movimiento equivocado.
Romper ese momento tan frágil

Voy a mi santuario
El cansancio me domina
Y el silencio se convierte en un sueño profundo

Interrumpido en poco tiempo
Por dolores de barriga
Fiebres
Pesadillas,
Soledades
Un mamaaaá , que retumba en mis oídos
y me atraen en una especie de hipnosis   
a volver a entregar mi cuerpo, mi alma, mi amor y mi presencia para atravesar la noche

Ese ser indeseado logra apaciguarse un poco con unas mal dormidas horas, para iniciar el nuevo día con dos niñas que han recuperado toda su energía y están listas para devorar el mundo… Y cereales, y huevos, y panes que quedan a la mitad.

El anhelado silencio simplemente no hace parte de mi maternidad

Hasta ahora me había resignado un poco
Asumiendo casi con alma de mártir mi condición
E intentando a punta de buena voluntad encontrar mi paz interior
Para apaciguar al monstruo que empieza a llegar al final del día.

Ya me rendí.

Me doy cuenta de que por mi bien y el de toda la familia, necesito ir en búsqueda del anhelado silencio
Encontrar espacios para estar a solas con las silenciosas letras de los libros
Permitirle a mi cuerpo algunos centímetros de soledad
Darme tiempo para que mis sentidos se neutralicen
Sentir la calma.
Y si no se puede,
Aceptar entonces, que de vez en vez vendrá este monstruo que alimentado de ruidos y caos intentará a su manera ser esa válvula de escape que me resetea el sistema y así permitirme seguir presente.


Conocerlo y acogerlo para que al menos no nos tome a todos por sorpresa.