martes, 27 de agosto de 2019

Amadas Hijas, Regalar es de valientes






Amadas Hijas, 

En estos días hemos estado hablando de la celebración del día del Amor y la Amistad. 
Quisiera evitarles los nervios que ese día les produce. Es tentador decir que es una tonta celebración consumista, y que el amor y la amistad no se miden con regalos. Evitarnos pensar en qué regalos comprar, tener que gastar con la preocupación del presupuesto, y arriesgarnos a que lleguen a casa con las manos vacías. O con las manos demasiado llenas y la respectiva culpa por el contraste de quienes no recibieron.
Es un día que quisiera saltarme, o al menos tratar de ejercer el control con regulaciones escolares que aseguren la equidad y la cooperación. Me aterra pensar en los corazones rotos, y la danza de emociones que despiertan tantas heridas e historias.
Porque el Amor y la Amistad nada tienen de simple.

Conversando de esto con ustedes, supe que regalar es de valientes, y ustedes amadas hijas, lo son.
Elegir con entusiasmo que darle a sus amigos, vencer la vergüenza para ir a comprarle a los más grandes, expresar públicamente lo que sienten sabiendo que pueden no recibir nada a cambio, exponerse al sentimiento de rechazo, a la rabia y resentimiento, poner a prueba las amistades temperamentales de la primaria, todo esto cuando el año escolar apenas empieza.
Ya quisiera yo su coraje, y esa facilidad de confesar en el desayuno: mamá sería difícil que no me den nada.
Aún así esperar con ganas ese día, en el que el amor tiene su celebración.

Sepan hijas, que eso que regalan con tanta autenticidad lo recibirán con creces, de maneras insospechadas, y en la medida que expresen su amor, nunca nada les hará falta. 
Si, quizá les duela sentirse frustradas, o sientan una herida por el rechazo de un amor no correspondido. Pero les aseguro que amar así como ustedes lo hacen, les mostrará que su valor no está determinado por otros y que el rechazo es una idea que viene de la carencia.
Eso he aprendido con ustedes, amadas hijas. Darles a ustedes, me ha mostrado mi infinita abundancia, y amándolas he reconocido que las heridas no son del corazón, sino del ego. El corazón abierto por el contrario sana, y nos ayuda a reconocer eso que es inquebrantable.

Verlas regalar me conmueve profundamente. Sus regalos cargados de eso que ustedes son, surgen de su creatividad y espontaneidad. Son bellos más allá de su costo porque transmiten claramente su mensaje sin demasiadas pretensiones.
No sé cuántos años más pasen, antes de que regalar para ustedes sea otra cosa. Por eso escribo estas letras, para así recordar este momento en el que entendí lo que regalar de verdad significa.
Celebrar el amor nunca sobra, ni tampoco expresarlo con tanta verdad. Gracias por mostrarme esto.  Regalaré cuando pueda,  de esa manera. 
Intentaré ser más valiente. Quiero ser más generosa con mi amor y mis expresiones de cariño. Dejar de tener tanto miedo a ser vulnerable y a quedarme sin nada. Poder reconocer cuanto temo al rechazo, y aún así atreverme a dar para que otros puedan recibir eso que puedo compartir.
Seguir practicando una verdad que cada vez se hace más evidente: Dar es ya en sí mismo recibir y somos infinitamente abundantes.

Gracias por todos los regalos han llegado con su existencia. Por empujarme más allá de los limites que mi mente insiste en poner.

Amadas Hijas, regalemos valientemente y celebremos todo el amor y la amistad que existe en nuestra vida.

jueves, 22 de agosto de 2019

Fuego

Este fin de semana, de una forma muy sincrónica e inesperada, acepté una invitación a participar en una ceremonia de los 4 altares, con Carmem Mason. Una mujer que sin duda dejó en mi una huella.
Aún es difícil poner en palabras esa experiencia, pero sin duda me atravesó de una manera contundente.
Al llegar al altar del 🔥 fuego, el mensaje de Carmen me llegó profundo, así lo recibí yo al menos.
A este altar se llega para hacerse adulto. Hacerse responsable de si mismo, dejar el lugar de víctima en donde culpamos a todos de lo que nos pasa, llegamos después de honrar y agradecer nuestras raíces, nuestro padre y madre, integrando nuestro femenino y masculino, reconociendolos en nosotros.
Al fuego 🔥llegamos quemando las estructuras, todo lo que creíamos saber, todo lo que ilusoriamente nos sostenía.
Nos ponemos de frente con el ego, y vemos en el fuego nuestra verdad.
De este altar no podemos irnos sin enfrentarnos con nosotros mismos, sin quemar todo aquello que no nos sirve y sin sabernos dueños de nuestra vida y creadores de nuestra realidad.
En esa noche fui testigo de un fuego que se levantaba del agua. Un fuego que no se apagó aunque la lluvia estuvo presente con fuerza. El fuego que trajo al águila que permite ver las cosas con perspectiva.
Un fuego que sentía en el corazón, calentandome en una noche larga y dura, en la que por momentos creí no poder atravesar.
De ese altar del 🔥 fuego, llegamos al altar del viento. El reino del corazón ❤️. Allí la inocencia del niño nos muestra que poco más es necesario. Un corazón abierto que ama incondicionalmente.
Hay mucho más de toda esta experiencia, pero desde ayer, el fuego que arde en la tierra, me trae las imágenes de esta ceremonia.
No puedo más que escuchar los rezos de Carmen, que dulcemente me invitan a mi adultez.
A dejar de señalar a todos los culpables, incluyéndome a mi misma, observar mi mente que intenta controlar la situación, la ira tan propia se las llamas devoradoras, y dejar que en mi se quemen las estructuras que ilusoriamente me sostienen.
Esa noche el agua no apagó el fuego, así como el agua no se detuvo cuando le implore que cesara porque sentía que iba a morir de frío.
Esa noche reiteré lo poco que sé y lo poco que entiendo, del gran misterio de la vida. Me vi creyéndome capaz de controlar la naturaleza y al mismo tiempo impotente ante un ser que tantas veces pongo como Dios.
Quizá no es ni lo uno ni lo otro.
Porque no somos entes separados, ni victimas, ni victimarios.
El fuego sin duda atrae la atención de todos.
¿Qué es eso que tenemos que atender?
¿Estamos tan separados de políticos, empresarios, capitalistas y tantos otros que consideramos responsables de esta catástrofe?
¿Ponemos en las fuerzas naturales el castigo de los dioses o su rendención?
¿Ponemos a la humanidad como centro de toda la existencia, victimaria y malechora, inconsciente y destructora? O como víctima de fuerzas castigadoras?
¿Cómo nos ponemos frente a los eventos que nos aterran y duelen y nos generan impotencia?
Si como es afuera, es adentro,
¿qué se incendia en nuestro interior?
¿ Cómo esta nuestro propio fuego?
¿Lo estamos controlando o le estamos hechando más leña dejando que se desborde?
¿Que tanto estamos frente a este altar del fuego viendo nuetsra propia verdad, sin culpa y sin huidas? ¿Que estructuras está este fuego deshaciendo?
¿Que nos muestra está mirada águila que hoy las cámaras nos regalan, más allá de los juicios y el miedo que se propaga más rápido que el fuego?
¿Y como podemos abrir el corazón?❤️

miércoles, 21 de agosto de 2019

La libertad de amarlo todo

En el colegio de las niñas, el Ekirayá Montessori, Sonia Bernal-Carrascomamá del colegio, ha liderado un espacio de Meditación en el que los niños que quieran pueden ir un rato en la mañana al iniciar el día, a experimentar un rato de silencio, quietud y contacto con ellos.
Es un espacio voluntario en el que mis hijas han participado cuando sienten ganas y curiosidad y es bonito verlas acercarse a la meditación formal naturalmente y sin esfuerzos o expectativas por parte de los adultos, que podemos caer en el riesgo de hacer de la meditación una tarea más de la vida que pierde su espontaneidad, aspecto tan propio de la niñez.
Este año Sonia me pidió contar de mi práctica para la Asamblea, para compartir estas experiencias con las mamás y papás, abriendo espacio a diversas practicas, porque al final la meditación no es una sola, ni puede encasillarse en formas y doctrinas.
Fue un gran reto resumirlo en 2 minutos, pero eso también me permitió centrarme en lo esencial.
Esto fue lo que resultó de ese ejercicio, que terminó aún más resumido en un corto video, suficiente tal vez para transmitir el corazón de la practica, aunque haya quedado tanto sin decir.
La meditación que yo practico es el Dzogchen Radical, que la enseña Juan Sebastián Restrepo, papá del colegio.
Es una meditación que hacemos con los ojos abiertos, relajando el foco, relajando todas nuestras tensiones, mentales, emocionales y físicas .
De alguna manera es un entrenamiento en el que reconocemos y experimentamos que la iluminación no es algo que alcanzar , sino más bien es nuestra naturaleza y la naturaleza de todo lo que existe.
La práctica nos enseña a ver la realidad más allá de las apariencias. Es un encuentro intimo con la existencia, para familiarizarnos con nuestra naturaleza esencial y vivir desde allí.
Abrir el camino a la no-meditación, que es la verdadera práctica, que no ocurre solo sentados en el cojín, sino ocurre siempre. La meta es el camino, no nos sentamos para alcanzar ningún estado, sino para reconocer que el nirvana ya danza entre nosotros y en nosotros. En todo lo que existe.
Con mis hijas esto me ha permitido verlas, y aceptarlas radicalmente, confiar en ellas y en la vida que ocurre sin mi esfuerzo, más allá de mis planes y pretensiones, y simplemente relajarnos en el gozo de la existencia, comprendiendo que ese gozo no depende de que las cosas salgan bien o mal, sino de llevar la práctica de relajarse y de llevar esta visión a cada instante.
Es tomar la vida completa, navegando sus olas, inseparables del océano.
Abrir el corazón a todo, independientemente de si me gusta o no.
Entonces toda esa energía invertida en el esfuerzo de tratar de hacer que la vida sea una cosa, de obtener experiencias y objetos, persiguiendo estados de felicidad y plenitud, alcanzando metas, y mejorando,
toda la energía invertida en educarlas según mis ideas y planes, de controlar lo incontrolable y de pelearme con cada cosa que no me gusta, o intentar aferrarme y mantener lo que si,
toda esa es energía que queda disponible para amar.
Y esa es en últimas la libertad.
La libertad de amarlo todo.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Educación sexual

Somos seres sexuales desde que nacemos.
Educar en la sexualidad no puede limitarse a dar información biológica, hablar de "las partes privadas" o controlar y llenar de miedos de lo terrible que puede pasar.
Educar en la sexualidad es educar en la conciencia corporal, en la posibilidad de poner y aceptar limites, en el respeto y aceptación por la diversidad.
Es cuestionarnos nuestras creencias, hablar de lo que no se habla con honestidad aunque nos cueste y no sepamos como hacerlo.
Educar en la sexualidad es revisar nuestra propia historia sexual. Es nombrar los abusos, no solo los sexuales, de nuestra vida y asumir nuestros propios dolores y limitaciones.
Es indagar en el placer y el gozo. Ver cuanto espacio de esto hay en nuestra vida y en la de los niños.
Educar en la sexualidad es comprender que somos sexuales. Que la sexualidad es mucho más que un acto biológico para la reproducción o una búsqueda de placer que puede controlarse.
Necesitamos ampliar la mirada. Ver que le sexualidad es también emocional, vincular, y trascendente.
Es cuestionar las ideas aprendidas sobre género, sexo e identidad.
Diferenciar lo prohibido de los limites. Lo intimo de lo secreto, el control de la atención y la presencia.
Sexualidad es conexión, es amor, es creatividad y gozo. No solo genitalidad.

jueves, 1 de agosto de 2019

Personajes en sombra




Todos tenemos personajes en sombra.
Aquellos que encarnan lo que juzgamos, rechazamos, envidiamos, o simplemente no reconocemos en nosotros.
Esos personajes cobran vida no solo en las personas que nos disgustan y criticamos duramente, sino también en quienes envidiamos o admiramos.
Son todos ellos que pensamos tan diferentes y ajenos a nosotros.
Los que nos indignan y también los que nos parecen inalcanzables.
Los personajes en sombra también están en nuestros secretos. En la intimidad que nadie conoce.
Están en el closet.
Son los que jamás dejaríamos ver, porque amenazan nuestra identidad conocida, nuestra seguridad, el amor que conseguimos de otros.
Por ello ponemos mucha energía y empeño en mantenerlos ocultos, para otros y muchas veces para nuestra propia conciencia.
Ellos y ellas quieren voz. Quieren ser vistos y reconocidos, porque han sido malentendidos, juzgados, rechazados o temidos.
Aparecen en sueños y pesadillas, se disfrazan de perversiones y fantasías, se escabullen en nuestros chistes, se manifiestan en nuestros errores, aparecen cuando bajamos la guardia y soltamos un poco el control, o cuando la vida nos sacude de tal forma que nuestras defensas fallan y descuidamos esa vigilancia que los ha mantenido ocultos.
No nos dejan en paz. Se manifiestan en nuestras parejas, hijos e hijas, familiares y amigos y enemigos, en los jefes, y vecinos, lideres espirituales, políticos y criminales. Se convierten en nuestros ídolos, héroes y maestros, o en villanos y tiranos.
Harán lo que sea necesario para que los veamos de frente, los abracemos y aceptemos.
Porque ellos tienen un gran regalo para nosotros que no hemos podido recibir por tantas etiquetas que les hemos puesto, o les han puesto otros. Por las ideas que tenemos de ellos, o lo lejanos que los sentimos porque en nuestra historia poco espacio tuvieron.
Integrar esos personajes en sombra es reconocer que nunca han sido ajenos. Tomar su energía más allá de sus nombres, aprovechar sus dones y su perspectiva, enriquecer nuestro repertorio de habilidades, respuestas y posibilidades y vivir así una vida en movimiento, más flexible y con muchas más opciones.
Sacarlos a la luz es atravesar el miedo a no pertenecer, sabernos amados mucho más allá de los limitados personajes que ya conocemos, diluir las fronteras del ego estrecho, y ver el mundo de nuevas maneras. Dejarnos ver de otras maneras. Enriquecer nuestras relaciones, vivir completos y libres, usando la energía que queda disponible cuando dejamos de intentar mantener esas puertas que los han mantenido encerrados, con candado.
Podemos así interactuar con los demás de una manera más fluida y compasiva porque vamos descubriendo que nada nos es ajeno y el bien y el mal dejan de ser posturas morales rígidas.
Danzamos la vida, sin apegarnos o rechazar lo que viene, y reconocemos nuestro infinito potencial.
Para mi así ha sido en mi experiencia. En mi trabajo conmigo y también en el de otros.
Pasar del miedo a la confianza (una confianza que incluye el miedo) y a la aceptación de la vida sin querer cambiarme y cambiar el mundo permanentemente.
Atreverme. Salir de mi zona cómoda. Hacer lo que creía imposible. Exponerme y ser vulnerable. Atravesar la herida del rechazo, y el miedo al fracaso. Fracasar.
Perder.
Saber que puedo ser visible y también invisible pero que puedo elegir.
También ganar y enfrentarme a mi miedo a ganar.
Tener ganas de vivir.
Soltar tantas tensiones, creencias limitantes, identidades fijas. Esos "yo soy así" y "yo no soy así" van borrando sus barreras.
La indignación permanente con todo aquel que no cabe en mis esquemas, se va suavizando.
Siento profundo agradecimiento con la vida, con todos los terapeutas y maestros que han pasado por mi camino, mi familia a quién poco a poco he dejado de culpar por mi historia. Mis amigos, los de ahora y los de antes.
Con Nico y mis hijas con quienes mi sombra ha tenido la posibilidad de aparecer con contundencia.
Con el Dzogchen, la Gestalt, y tantas otras enseñanzas que han ido emergiendo en mi camino.