Por Ana María Constaín
Este no es un post de
crianza. Al menos no explícitamente.
Y aun así quiero
publicarlo en este blog, porque creo que es haciéndome cargo de lo mío que facilito
que mis hijas aprendan a hacerse responsables de sus propias vidas. A ser
protagonistas de sus experiencias. A
crecer como seres integrados capaces de ver a los demás en su completud. Conectadas
con el amor y la abundancia.
“La
verdadera crisis en nuestro mundo no es de carácter social, político,
económico. Nuestra crisis es una crisis de conciencia. La incapacidad de
experimentar directamente nuestra verdadera naturaleza. La incapacidad de
reconocer esto en todo el mundo y todas las cosas.” - Bill Orwell
Con el paro agrario me he sentido muy movida. Inquieta. He
sentido rabia e indignación. Compasión. Miedo. Como suele pasarme con las
manifestaciones. Con los Boicots.
Este paro no ha sido más que otra excusa para seguir en este
camino de consciencia. Para mirarme.
Para darme cuenta de lo rápido que asumimos un rol de
víctimas y nos polarizamos como humanidad. Los buenos y los malos.
En este paro he sentido un enorme impulso por apoyar a los
campesinos. Por repudiar a los mandatarios y a las demoniacas multinacionales.
A la vez he sentido una extraña empatía con Santos.
Porque desde que soy madre ya no me es tan fácil señalar con
el dedo.
Este atacar tan despiadadamente a Santos y Monsanto, como
representantes de lo que está mal en el mundo me incomoda. Y no porque
racionalmente no este de acuerdo con muchos de los argumentos. Pero el asunto
es ese. Es una lucha mental.
Una guerra en la que ambos bandos se arman de argumentos
para hacer válidas sus visiones y destrozar a su oponente. Y no importa si la
bandera es proteger la tierra o la economía mundial. Lo que hay de fondo es
exactamente lo mismo.
Cada quien desde su perspectiva cree que está en lo cierto.
Cada uno siente válida su causa.
Por esto justamente creo que la crisis no es social, ni
económica, ni política.
Es una crisis de conciencia.
Estamos disociados. Divididos. Desconectados con nuestro
ser. Con nuestro cuerpo y nuestras emociones.
La tierra llora en un llamado a la conciencia.
Me doy cuenta que esto que se mueve en mis entrañas no es
más que mi cuerpo despertando del letargo. Mi corazón bombeando con fuerza para
eliminar los efectos de la anestesia que la mente racional ha puesto.
Los campesinos son ese símbolo de lo que he olvidado. De lo
que he dado por supuesto. De lo que he mandado a la sombra. Y ahora que salen a
la superficie despierto un poco más. Soy parte de un todo.
Lo que es adentro es afuera, leía esta mañana (gracias
Tatiana). Y sí. Estas polaridades Campo – Ciudad, Campesinos- Empresarios.
Pequeños comerciantes – Multinacionales, Local – Global. Natural – artificial,
son polaridades que habitan en nosotros. Y que proyectadas afuera, nos muestran
esta división. Nos invitan a integrarnos. Aceptarnos. Amarnos.
No creo en los campesinos como Héroes nacionales, ni en los
dirigentes como Villanos. Todos somos un poco de todo.
Las noticias manipulan la información tanto como los posts
de las redes sociales. Porque cada uno pone la mirada en lo que necesita para
reafirmar sus creencias.
No hay una verdad objetiva como tal porque cada uno ve el
mundo desde lo que es.
Juan Valdés es la empresa maltratadora de cafeteros hasta
que aparece el enemigo mayor: Starbucks. Entonces Juan Valdés se convierte en el
salvador.
Estamos en este juego todo el tiempo. Buscando enemigos
externos. Alguien a quien depositarle nuestra “basura”.
Cuando cada uno puede integrarse. Mirarse. Conectarse.
Elevar su conciencia. Esta división empieza a borrarse. Nuestra necesidad de
“eliminar al enemigo” desaparece. Porque cuando nos amamos podemos reconocer el
amor en otros. Cuando nos aceptamos, podemos aceptar a otros. Cuando
reconocemos nuestra oscuridad, no necesitamos proyectarla en alguien afuera.
Podemos reconocer que cada uno está es su camino. Que a su
vez el mundo esta es su proceso de evolución. Que cada paso es necesario.
Este paro me muestra mucho de lo que hay en mi. Ante la
posibilidad de escasez me doy cuenta de la abundancia.
Esta al final es la manera en que elijo apoyar este paro.
Viendo en mi lo que afuera esta en revolución.