jueves, 8 de noviembre de 2018

Amadas hijas: Amemos






Amadas hijas,

Hay días que en los que siento miedo y dolor.  Las veo a veces asustadas también, haciéndome preguntas difíciles de responder.  Nos despertamos con pesadillas horrorosas que interrumpen nuestras noches de descanso, y las noticias del mundo entero son desesperanzadoras. 
Son temas de las que a veces intento protegerlas pero no siempre puedo.
Están los ladrones que invaden nuestro espacio seguro, las enfermedades, los tiroteos, la guerra inminente que se asoma en las disputas de los grandes líderes, los suicidios, el sufrimiento de aquellos hambrientos que nos piden limosna, los niños abusados y violentados por adultos que se supone tendrían que cuidarlos, el frío y las inundaciones que arrasan casas enteras. 

Están las preocupaciones cotidianas, las cuentas por pagar que son conversación frecuente de tantos. La soledad y la tristeza del corazón de muchos.  
No es un tema de adultos. Ustedes niños tienen sus batallas diarias. Las peleas con amigos, el estrés en la época de exámenes, la crueldad que se oye en los pasillos del recreo, la sensación de no ser suficientes, los diagnósticos que llueven por su mala conducta, la temprana preocupación por su apariencia, la presión por ser adecuados y pertenecer al bando que les salve de la humillación y el rechazo. Las estrategias que tempranamente aprenden para no ser castigados. 

Están los mares repletos de basura, animales que se extinguen, bosques que se acaban, ríos bañados en petróleo, alimentos envenenados, la permanente amenaza de recursos que se agotan. Nos lastimamos, insultamos y destruimos, de muchas maneras.

Amadas hijas,
Así es y así siempre ha sido. Ya lo irán aprendiendo en sus clases de historia. El pasado está repleto de momentos incomprensibles. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a eso?, nos preguntamos con frecuencia.
Y personas del mundo entero, época tras época intentan cambiar el curso de la historia. Trabajar por una mejor humanidad. Sanar heridas para no repetir esas catástrofes, para ayudar y hacer del mundo un lugar mejor.

Yo a veces lo intento. A veces creo que es posible y que poco a poco iremos trasformando las cosas para evitar tanto sufrimiento.
Pero creo que es un intento fallido, porque me parece que de fondo nada cambia, y cosas incomprensibles siguen pasando. Casi como si el bien y el mal siempre estuvieran en equilibrio.  Pareciera que lo que se arregla de un lado, se daña por el otro. 

Aún si nos esforzamos por ser positivos y enfocarnos en ver lo mas hermoso, pronto nos damos cuenta que no es posible dar la espalda a todo lo demás.

Amadas hijas,
No tengo explicaciones. No tengo soluciones. A veces se me agotan los planes brillantes y la esperanza. Sé además que aún si nos fuéramos muy lejos de todo,  no hay escapatoria. Parece que todo esto es un asunto humano.

Esto también somos.

Así que quizá lo mejor que puede pasarme, es perder la esperanza. Dejar de intentar con tanto esfuerzo y desistir del noble empeño de cambiar el mundo.
Tal vez, amadas hijas no podamos acabar con el mal. No podamos evitar que tantas cosas terribles sucedan, ni podamos evitar el dolor que implica la existencia.
No les voy a decir tampoco que se trata de resignarse, y entregarse a la pena.

No,

Amadas hijas,
Hoy no tengo mayores respuestas, porque yo tampoco entiendo nada.

Hoy tengo amor para darles,
Un amor infinito que abarca todo.
Un amor que las abraza al final del día
y recibe sus historias,
sus preguntas
y su dolor.
Un amor que celebra sus alegrías,
y que contiene todas las emociones.
Un amor que navega en las lágrimas
y libra las batallas de la rabia,
que besa su culpa
y comprende sus celos.
Que danza con el miedo
Y sana las heridas.

Todo lo suyo, y lo mío.

Tengo un amor
Que es inagotable
Que no juzga ,
aunque también reciba su juicio.
Es un amor amadas hijas,
Que no sabe de bien y mal,
Que no se traduce necesariamente en acciones,
Solo emana del corazón sin cuestionamientos,
Sin preguntas,
Sin ideas acerca de las cosas.
Lo atraviesa todo,
Y se filtra en cada rincón,
Acaricia el sufrimiento,
Y brama en el ruido hasta que llegue el silencio.
Viaja por los aires,
Navega por los mares,
Recorre las tierras áridas y fértiles,
Es intenso como el fuego,
Suave como la brisa,
Silva, canta, calla, ruge, arrulla o tararea.

Es un amor inminente,
Que nunca, nunca abandona.
Se vuelve penumbra o
brilla como las estrellas.

Amadas hijas,
Eso les digo hoy,
Amemos. Amemos sin reservas.
Abramos el corazón a toda la existencia.
Sin pretenciones, intenciones, objetivos o metas.
Amemos cada instante, cada respiro.  
Porque entre la duda y la confusión
Siempre, siempre amadas hijas
De algo estoy segura
Y es, que
Amor somos.