Por Ana María Constaín
Amadas hijas,
A veces cuando un niño o una niña las
molesta, o no las trata como les gustaría, yo les he dicho, ¡Ignóralo!, no le
hagas caso.
Es algo que solemos decir cuando alguien
se comporta de una manera que nos parece inadecuada.
Me parece que creemos que ignorando a la
persona, le estamos mandando el mensaje de que su conducta no es aceptable y
que no vamos a permitir que se porten así.
Así, como cuando a veces los niños hacen
pataletas y los adultos decimos también, ¡Ignóralo!, para que aprenda que esa
no es la forma correcta de pedir o decir las cosas.
Es la estrategia de la indiferencia.
Creemos que si no ponemos atención, la otra persona entiende, ¡Ah! Esto no se
hace, mejor lo haré de otra manera.
Pero amadas hijas,
Esto no es así.
La otra persona no entiende, sino que se siente lastimada.
Porque esa persona probablemente se porta así porque no puede pedir las cosas de una mejor manera.
Tal vez muchas veces ni siquiera sabe que es lo que quiere. No ha podido darse cuenta.
Me parece que a nadie le gusta sentirse
ignorado. Sentir que no le hacen caso o que no es suficientemente importante como
para que la otra persona le ponga atención.
He aprendido, viéndolas a ustedes, estando con otros niños y niñas, acompañando a adultos
con muchas heridas, sintiéndome a mi,
que lo que más necesitamos es la mirada y
el amor del otro.
Saber que los demás saben que existimos y
que puedan ver lo que somos en lo más profundo
Muchas veces Eloísa, me has preguntado
porqué la gente es mala, porque ciertos niños te tratan mal o son groseros
contigo, y hemos hablado de tantas ocasiones en las que se nos olvida cómo
acceder al amor en nuestro corazón o al amor que hay disponible para nosotros.
Hoy el bullying es un tema de moda. Seguramente
ya habrán oído esa palabra. Queremos como sea evitar ser un mundo tan violento.
Eliminar toda esa agresión que produce actos tan trágicos.
Pero amadas hijas, todo eso: el bullying,
las pataletas, los gritos y golpes, el terrorismo y los actos de crueldad, la
violencia tan cercana y tan adentro de nosotros,
Creo que es un desesperado llamado de
atención
No le hagas caso, ¡Sólo quiere llamar la
atención!, decimos,
¡Precisamente!
Ahora me parece un poco tonto de nuestra
parte, que cuando alguien quiere atención lo ignoremos. Que cuando más han
olvidado el amor, menos les demos.
Castigamos con frialdad, al que más frío
tiene. Ignoramos, al que menos tenido en cuenta se siente. Señalamos de malo,
al que no puede contactar con su bondad.
Hacemos políticas de Cero Tolerancia, para enseñar tolerancia
Aislamos al que más necesita conexión.
Abrimos una gran brecha entre los buenos
y los malos
Pero amadas hijas,
Todos tenemos algo de buenos y algo de
malos.
Todos en algunos momentos nos alejamos
mucho del amor. Lo que pasa es que algunos contamos con la suerte de tener mucho amor alrededor que pronto nos ayuda a sentirlo de nuevo.
Algunos no. Y entonces ese camino hacia
su corazón se hace cada vez más estrecho, con más obstáculos y pareciera que ya
no hay manera de acceder.
¡Por supuesto, se vuelve un gran problema! Porque
claro está que cuando peor nos portamos, menos quieren estar con nosotros, y
nuestros actos tienen consecuencias.
No es tan fácil dar amor a alguien que nos
hace daño,
Pero amadas hijas, creo que esto es
porque estamos muy confundidos
Creemos que dar amor es quedarnos y dejar
que nos lastimen.
Permitir que las necesidades de los demás
sean más importantes que las de nosotros.
O sentir lástima y evitar que cada quién
asuma sus consecuencias.
Es muy diferente ignorar
a poner un límite
a decir: esto que haces no me gusta
Es distinto excluir
a expresar: no quiero estar contigo si me
maltratas
o me gusta más cuando podemos ser amables
No es lo mismo no poner atención
a decir: sé que estás bravo y esperaré a
que te calmes,
a explicar: de esa manera no entiendo lo
que quieres
No es igual expulsar
a enseñar que para estar con otros es
necesario tener en cuenta a los demás
a mostrar las consecuencias de las
acciones
Ustedes, amadas hijas, pueden retirarse,
pedir ayuda, expresar lo que no les gusta,
decir lo que necesitan, protegerse,
buscar relaciones que las enriquezcan.
Eso es amarse a sí mismas,
y ser amorosos con el otro,
al final se trata de
ayudarle a ver
que eso que hace no es quien es,
decir no a sus acciones, en lugar de
decir no a su ser.
permitirle conectarse con otros, para reconocerse a sí mismo,
ayudarle, dentro de nuestras posibilidades
A encontrar de nuevo el camino al corazón
Y a veces, amadas hijas,
solo basta con que ustedes persistan en
encontrar ese camino en ustedes mismas,
porque el amor es contagioso
y profundamente transformador.