jueves, 6 de diciembre de 2018

La batalla con el espejo






Amadas Hijas,

A su corta edad ya veo que la batalla con el espejo ha empezado. Poco a poco  ya no están solo las muecas y experimentos, ensayos y juegos con su reflejo, sino también esa mirada crítica, las manos que señalan lo que sobra y los ajustes que empiezan a hacer sobre su cuerpo para ocultar lo que fue nombrado por otros como inadecuado.

Mentiría si les digo que no me afecta. Automáticamente desfilan por mi mente ráfagas de ideas, recuerdos y creencias. -Son hermosas atino a decirles, como si mis palabras pudieran evitarles esa sensación de que hay algo mal en su apariencia.
Al mismo tiempo ya he pensado en posibles soluciones, me he culpado por nuestro estilo de vida y he juzgado a la cultura por sus imposiciones estéticas. En apenas  segundos ya he ideado maneras de inculcarles el amor por su cuerpo, he maldecido a la industria de la moda, y he revisado los mensajes ocultos que he podido transmitirles sin darme cuenta.

Pero sé que igual irán al colegio, a la calle y a la vida, y seguirán recibiendo esos juicios, esas miradas y comparaciones. Seguirán absorbiendo imágenes estereotipadas, y oyendo mensajes que las inviten a buscar un cuerpo distinto al suyo.
Es inevitable.

Amadas Hijas,
Igualmente les seguiré diciendo cada día lo hermosas que son. Seguiré acariciando su cuerpo con ternura, les seguiré hablando con la mayor honestidad que pueda acerca de mi y del mundo, y estaré atenta a mis miradas y palabras que puedan sugerir desprecio o disgusto.

Pero más importante aún, haré eso conmigo. Porque cada mañana yo misma tengo ese encuentro con el espejo. Cada vez que me cruzo con mi imagen mi mente se inunda de desaprobación. No pasa un solo día en el que no desee que algo en mi sea distinto, e invierto energía, tiempo y dinero en mejoras continuas que ahora sé, no tienen un fin.
Siempre habrá kilos de más, formas inadecuadas, manchas, pelos, lunares cicatrices, agujeros, colores, texturas y olores que quiera cambiar.

Viéndolas me he dado cuenta de que el amor y aceptación incondicional jamás han estado en los territorios de mi cuerpo.  El maltrato es una práctica común conmigo misma y las cosas que me digo jamás se las podría decir a ustedes. Porque en ustedes puedo ver la belleza inmensa que emana en cada aspecto de su cuerpo y puedo saber que cualquier cosa que no guste tiene que ver más con el ojo de quién mira.
En ustedes puedo reconocer que si algo no está bien es porque su alma así lo expresa, y que es inútil que con imposiciones, reglas, rutinas o restricciones se pueda atender lo que clama nuestro corazón.

Eso aprendo al verlas amadas hijas,
Hoy me siento conmovida con esta realización. Así que más que discursos sobre la belleza, empezaré por ampliar mi propia visión.  Observaré con mas detenimiento mis pensamientos y dejaré de condicionarle el amor a mi propio cuerpo. 
Recibiré sus caricias y abrazos y devolveré a las mañanas las muecas, bailes y cosquillas que tanta seriedad se han llevado.

Celebremos amadas hijas, nuestros cuerpos. Escuchemos su lenguaje y leamos con nuestras manos los mensajes que nuestra alma nos cuenta en cada célula.  Atendámonos, amémonos y cuidémonos en lugar de modificarnos, violentarnos y despreciarnos. 

Gracias por su inigualable belleza.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Celebro la vida

Celebro la vida con todos sus colores, matices y misterios.
Celebro el corazón abierto, que con todo y heridas, nunca ha dejado de amar radicalmente,
Celebro las muertes y renacimientos que me dan cada vez más posibilidades
Celebro la confianza que descubro al tomar el miedo de la mano.
Celebro las paradojas que caben en la espaciocidad de la consciencia, resolviendo la aparente contradicción. 
Celebro el cuerpo, las canas y las ganas.
Celebro el dolor que despierta.
Celebro la danza de la existencia.
Gracias infinitas por cada palabra, gesto, abrazo, mirada, intención, recuerdo, pensamiento.
Gracias por celebrar conmigo la vida,
Por colorear, revolucionar , y endrandecer cada uno de los 37 años que ayer cumplí por esta tierra.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Amadas hijas: Amemos






Amadas hijas,

Hay días que en los que siento miedo y dolor.  Las veo a veces asustadas también, haciéndome preguntas difíciles de responder.  Nos despertamos con pesadillas horrorosas que interrumpen nuestras noches de descanso, y las noticias del mundo entero son desesperanzadoras. 
Son temas de las que a veces intento protegerlas pero no siempre puedo.
Están los ladrones que invaden nuestro espacio seguro, las enfermedades, los tiroteos, la guerra inminente que se asoma en las disputas de los grandes líderes, los suicidios, el sufrimiento de aquellos hambrientos que nos piden limosna, los niños abusados y violentados por adultos que se supone tendrían que cuidarlos, el frío y las inundaciones que arrasan casas enteras. 

Están las preocupaciones cotidianas, las cuentas por pagar que son conversación frecuente de tantos. La soledad y la tristeza del corazón de muchos.  
No es un tema de adultos. Ustedes niños tienen sus batallas diarias. Las peleas con amigos, el estrés en la época de exámenes, la crueldad que se oye en los pasillos del recreo, la sensación de no ser suficientes, los diagnósticos que llueven por su mala conducta, la temprana preocupación por su apariencia, la presión por ser adecuados y pertenecer al bando que les salve de la humillación y el rechazo. Las estrategias que tempranamente aprenden para no ser castigados. 

Están los mares repletos de basura, animales que se extinguen, bosques que se acaban, ríos bañados en petróleo, alimentos envenenados, la permanente amenaza de recursos que se agotan. Nos lastimamos, insultamos y destruimos, de muchas maneras.

Amadas hijas,
Así es y así siempre ha sido. Ya lo irán aprendiendo en sus clases de historia. El pasado está repleto de momentos incomprensibles. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a eso?, nos preguntamos con frecuencia.
Y personas del mundo entero, época tras época intentan cambiar el curso de la historia. Trabajar por una mejor humanidad. Sanar heridas para no repetir esas catástrofes, para ayudar y hacer del mundo un lugar mejor.

Yo a veces lo intento. A veces creo que es posible y que poco a poco iremos trasformando las cosas para evitar tanto sufrimiento.
Pero creo que es un intento fallido, porque me parece que de fondo nada cambia, y cosas incomprensibles siguen pasando. Casi como si el bien y el mal siempre estuvieran en equilibrio.  Pareciera que lo que se arregla de un lado, se daña por el otro. 

Aún si nos esforzamos por ser positivos y enfocarnos en ver lo mas hermoso, pronto nos damos cuenta que no es posible dar la espalda a todo lo demás.

Amadas hijas,
No tengo explicaciones. No tengo soluciones. A veces se me agotan los planes brillantes y la esperanza. Sé además que aún si nos fuéramos muy lejos de todo,  no hay escapatoria. Parece que todo esto es un asunto humano.

Esto también somos.

Así que quizá lo mejor que puede pasarme, es perder la esperanza. Dejar de intentar con tanto esfuerzo y desistir del noble empeño de cambiar el mundo.
Tal vez, amadas hijas no podamos acabar con el mal. No podamos evitar que tantas cosas terribles sucedan, ni podamos evitar el dolor que implica la existencia.
No les voy a decir tampoco que se trata de resignarse, y entregarse a la pena.

No,

Amadas hijas,
Hoy no tengo mayores respuestas, porque yo tampoco entiendo nada.

Hoy tengo amor para darles,
Un amor infinito que abarca todo.
Un amor que las abraza al final del día
y recibe sus historias,
sus preguntas
y su dolor.
Un amor que celebra sus alegrías,
y que contiene todas las emociones.
Un amor que navega en las lágrimas
y libra las batallas de la rabia,
que besa su culpa
y comprende sus celos.
Que danza con el miedo
Y sana las heridas.

Todo lo suyo, y lo mío.

Tengo un amor
Que es inagotable
Que no juzga ,
aunque también reciba su juicio.
Es un amor amadas hijas,
Que no sabe de bien y mal,
Que no se traduce necesariamente en acciones,
Solo emana del corazón sin cuestionamientos,
Sin preguntas,
Sin ideas acerca de las cosas.
Lo atraviesa todo,
Y se filtra en cada rincón,
Acaricia el sufrimiento,
Y brama en el ruido hasta que llegue el silencio.
Viaja por los aires,
Navega por los mares,
Recorre las tierras áridas y fértiles,
Es intenso como el fuego,
Suave como la brisa,
Silva, canta, calla, ruge, arrulla o tararea.

Es un amor inminente,
Que nunca, nunca abandona.
Se vuelve penumbra o
brilla como las estrellas.

Amadas hijas,
Eso les digo hoy,
Amemos. Amemos sin reservas.
Abramos el corazón a toda la existencia.
Sin pretenciones, intenciones, objetivos o metas.
Amemos cada instante, cada respiro.  
Porque entre la duda y la confusión
Siempre, siempre amadas hijas
De algo estoy segura
Y es, que
Amor somos.






jueves, 20 de septiembre de 2018

¿Piensa antes de actuar?


La baraja del Buen Viajero se ha convertido en una compañera en algunas de las clases y talleres de Prisma.
Pasar a la acción me sigue apareciendo.
Más? Me pregunté cuando la vi.
Tengo la idea de que últimamente es lo único que hago.
Una idea claro.
Así que soltando la idea.
Acciones muchas. Sin embargo muchas de ellas premeditadas.
Cuanta energía pierdo pensando antes de actuar.
Confundiendo pensamiento con consciencia!
¿Esto que hago es arrogante? ¿Lo hago desde la herida? ¿Que consecuencias tendrá? ¿Haré daño a alguien? ¿Haré el ridículo? ¿Me equivocaré?
Divagaciones mentales entre los posibles escenarios, las probables catástrofes, un futuro indeseable que puedo evitar si pienso bien.
Piensa antes de actuar! Retumba en mi cabeza.
Cuánta espontáneidad pérdida. Cuanta vida no vivida por mis paseos mentales en un universo imaginario que es bastante etéreo y que sin duda poco sirve a hora de materializar.
¡Que materialista!
Un pensamiento más que me detiene en la acción espontánea.
La materia . El territorio de las acciones.
¿Pero si no pienso, no terminare actuando impulsivamente todos mis deseos y emociones más terroríficas?
No es acaso la posibilidad de pensar la que nos aleja de los animales y nos permite la civilización?
Espontáneidad no es lo mismo que impulsividad.
Altos costos ha dejado esta confusión.
Pensar no es igual que ser consciente.
Y olvidar nuestra animalidad nos pasa factura.
Pasar a la acción espontánea.
Invitar a las emociones, intuiciones, sensaciones corporales, sentidos, a esta toma de decisiones.
Bajarme de las indagaciones eternas y estar presente.
Actuar impulsivamente es reaccionar.
No hay espacio entre el impulso y la acción
En la acción espontánea hay espacio. Un espacio de aceptación de todos esos impulsos, sensaciones, emociones y pensamientos, seguida de una acción que atiende lo que hay en el presente.
Esto más que explicarse se practica.
Que largo texto. Debería mejor hacer una entrada de blog..
Abro espacio al pensamiento y mejor pongo compartir 😉

"Volvió a ser ella"

"Volvió a ser ella"
"No sé que le pasa, él no es así"
"No me esperaba esto de ti!"
"Ella sería incapaz de eso"
Afirmaciones que dan cuenta de la reducida imagen que tenemos de los demás. De la manera en como nos encasillamos y definimos.
Nos aceptamos y amamos parcialmente. Permitimos solo lo que encaja en nuestra mirada del otro y de nosotros mismos. Lo demás queda relegado al olvido. A la sombra.
Entonces nos pasamos la vida tratando de coincidir con este relato que nos ha ido definiendo.
Amar y aceptar radicalmente.
Comprender que eso que pensamos del otro o de nosotros mismos es solo una parte del todo. Ampliar la consciencia es saber que nunca estamos terminados y que no somos una sola cosa. Somos infinitas posibilidiades.
Somos esto, somos aquello. Blanco y negro. Y todos los matices, todos los colores.
Capaces de todo.
Todo en potencia.
Entre más lo reconozcamos, más podemos elegir qué, de todo este potencial queremos actuar, en lugar de ir como autómatas por la vida, anhelando la gloria, perfeccionando nuestros personajes limitados para ser "alguien".
Para cumplir con las expectativas de otros y que nunca nos digan
"No me esperaba esto de ti"
Evitando ese "No estas siendo tu", dejando de ensayar y explorar aspectos que incomodan a los demás.
Anhelando el "volviste a ser tu", como validación, aprobación y aprecio.
No podemos no ser nosotros.
Si acaso nuestros actos pueden afectar a otros.
Actos que no representan de la mejor manera nuestra naturaleza esencial cuando no podemos elegir porque vivimos en un estado de inconsciencia,
Mochando gran parte de nuestro repertorio en la eterna necesidad de ser amados.
Amar es amar todo, es amarnos completos.
Sin obligar al otro a satisfacernos.
Amar radicalmente

Visibilicemos la violencia.

Visibilicemos la violencia.
TODA la violencia.
La física.
La verbal
La emocional que es tantas veces invisible
La de los contenidos que vemos y observamos a diario
La violencia que no es un tema que pertenezca al terreno del género, o de las relaciones padres/madres e hijos,
De época, o de territorio.
Es un tema de humanos.
De todos.
Visibilicemos la violencia sabiéndonos y reconociéndonos violentos. De múltiples formas según nuestras características y entorno.
Viendo de frente la violencia cotidiana de nuestra historia personal y social, de nuestras relaciones, de nuestras conductas y lenguaje, nuestros pensamientos, de nuestra relación con nosotros mismos.
Tantas maneras de violentarnos y violentar a otros, de pasar los propios límites y los de otros, de participar en juegos de poder para hacer sentir al otro menos encubriendo nuestra propia inseguridad.
Tantas maneras de violentar el entorno, invadir el campo del otro, su cuerpo, su mente, su corazón. Intentando sentirnos poderosos, cuando en realidad nos sentimos tan insignificantes.
Visibilicemos la violencia no para culpar y seguirnos violentando.
Pongámosla sobre la mesa para saberla ahí. Conocerla. Indagarla. Navegar en ella.
Está ahí y siempre ha estado,
Crece cuando ignoramos nuestro aspecto animal, y olvidamos nuestro aspecto divino.
Visibilicemos la violencia. Si hacemos consciencia de ella, quizá entonces podamos elegir algo diferente antes de machacar violentamente todo aquello que nos muestre nuestro dolor.

¿Qué hago para que mi hijo/a no mienta?


1. Acepta que va a mentir.
Todos mentimos. ¿o que pasaría si todas nuestras conversaciones, pensamientos, chats y correos fueran develados de un momento a otro?
2. Evita preguntar ¿por qué me mentiste?
Mejor indaga que vergüenza, miedo o culpa encubre su mentira en lugar de enfocarte en el hecho mismo de mentir.
Mentimos para ocultar algo que consideramos inaceptable de nosotros mismos o inaceptable para el otro.
3. Acepta a tu hijo/a completo.
Hazle saber que lo amas con todo aquello que le parece inaceptable de si mismo, incluída la mentira.
Y Acéptate tu completo/a.
¿Que aspectos de ti ocultas a los demás?
4. No lo castigues por ser de una u otra forma.
Evita llamarlo mentiroso o malo o frases como "es totalmente inaceptable lo que hiciste", "me has decepcionado o no me esperaba esto de ti"
Mejor muéstrale las consecuencias de sus acciones para los demás y para sí mismo.
5. Revisa que necesidad tiene que no está siendo cubierta
¿Qué necesidades tuyas no están siendo cubiertas?
A veces hay na estrecha relación entre ambas cosas
6. Revisa tu necesidad de control
¿Qué tanto espacio de intimidad le das a tu hijo/o? ¿Qué tanto necesitas saber todo de él/ella?
¿Qué tanto tienes tu mismo/a espacios de intimidad?
Ejemplo:
Un niño miente sobre un dulce que se comió a escondidas:
1. Acepta que es usual que un niño haga eso.
2. Comprende que él sabe que si lo pide no se lo darán. Se siente avergonzado de no poder autocontrolarse.
3. Hazle saber que es difícíl no actuar algunos impulsos. Lo es para los adultos también. Dile que lo amas.
4. Cuéntale que el exceso de dulces puede ser dañino. Quizá ese día no podrá comer postre porque ya tuvo suficiente azúcar.
5. Revisa si estás siendo muy rígida en las normas, o en la dieta. Hay algún tema alimenticio en tu historia? Algún temor con el aspecto físico?
¿Qué tanta dulzura, gozo y alegría hay en casa? ¿En la vida de tu hijo? ¿En tu vida? ¿Como se relacionan con el placer?
6. ¿Controlas en exceso la comida de tu hijo? ¿La tuya?
¿Tienen espacios de intimidad con sus amigos?

Semana de lactancia

Este post me ha dado vueltas toda la semana. Me he silenciado a mi misma diciéndome que una campaña pro-algo es solo eso.
Entonces me digo: ¿Por qué voy a ir de amargada si lo que busca la campaña es fomentar algo tan importante como la Lactancia Materna?
¿No estarás hablando desde tu herida?
¿Desde tu ego?
Hasta que hoy leí algo que me me disparó, la herida o el ego, o la fuerza de una voz que desde que mis hijas nacieron cada vez elijo callar menos.
"La lactancia es el acto de amor más grande".
También he leído acerca de acto de sacrificio que representa.
Y entonces me acordé de mis dos postpartos, detrás de los libros y pantallas, llorando, sintiéndome sola, culpable, poco mujer, mala mamá.
Desesperada en una búsqueda incansable porque no me salía leche. Y eso, me decían, era imposible.
Cuántas veces me dijeron: la que no amamanta es porque no quiere.
Yo quería. Quería mucho. Me había preparado de todas las maneras posibles. Física, mental, psicologica, existencialmente.
Y aún así la leche no fluyó. Con ninguna de mis hijas. Aún cuando con la segunda creía haber aprendido la lección.
Muchas veces me sentí muy maltratada por mujeres que me juzgaron directa e indirectamente. Empecé a leer con otros ojos todos los discursos de amor y crianza respetuosa. No encontraba un lugar en una comunidad que parecía no tener un espacio para la cesárea y la no-lactancia.
Vi de frente como las mismas mujeres somos tan duras, y la crianza desde el mismo embarazo se vuelve una competencia despiadada y tan disfrazada.
El primero de los postpartos fue muy difícil. En el segundo ya tenía más posibilidades emocionales.
Me acuerdo de frases como: eso es ser mamá. No puedes rendirte, tu bebé te necesita. Se va a enfermar si no le das teta. El vinculo depende de eso.
Y si:
Es el acto de amor más grande.
Por supuesto sé que la lactancia necesita campañas, recursos, apoyo.
Desmitificar tantas falsas ideas, dar información real y estudiada que nos cuente de lo maravilloso que es el cuerpo y lo importante que es para el bebé.
Apoyar a las mamás que están solas, confundidas, que muchas veces abandonan porque no hubo nadie que acompañará su postparto.
Se necesitan políticas públicas y de salud, cambiar ideas e imágenes erróneas, reivindicar la teta y sacarla de territorios perversos que dejan a los niños sin alimento y a las madres divididas.
Y también sé que no podemos perder de vista a la mujer detrás de la teta.
Eso es también objetivizarla. Convertirla ahora solamente en la teta que alimenta.
Cómo si todo lo demás se pudiera poner en pausa.
Cómo si no amamantar fuera una debilidad. Una falla de una madre que no fue capaz.
Que no tuvo "suficiente amor" como para superar el dolor que le corresponde como madre.
Sé de mi, y sé de tantas mujeres que han pasado por lo mismo.
Quizá para ellas escribo hoy. Para quienes esta campaña duele, y les hace cuestionarse su labor, su feminidad, su capacidad. Para quienes se sienten débiles, o temen por todos los daños que están causando a sus bebés por sus elecciones “egoístas” o sus organismos dañados.
¿Por qué para muchas no es posible?
Tantas explicaciones que han pasado frente a mi. Cómo con todos y cada unos de los temas de la crianza.
Finalmente mis hijas si algo me han enseñado es que solo.se que nada sé, y que nada puedo controlar.

martes, 17 de julio de 2018

Amadas Hijas, yo también voy a morir









Amadas Hijas,

Quiero decirles que algún día yo también voy a morir.


¿Cuándo? -Me han preguntado.

Eso no lo sé.


Puede ser un día lejano, cuando mi cuerpo esté ya cansado, y en la vejez inminente se agachen mis ojos y mi corazón se apague lentamente mientras duermo en una noche estrellada.

O tal vez sin dar muchos avisos, la muerte llegue un día cualquiera.


Porque amadas hijas,


Así es la muerte. En un instante cualquiera estamos vivos, en el siguiente no lo estamos.


Y aunque usualmente las personas llegamos a viejas, ustedes bien saben que eso no siempre es así.


Así que no pretendo mentirles, ni mentirme a mi misma. No voy a protegerlas de una verdad innegable, que aparece en sus sueños y se asoma de vez en cuando en nuestra vida: todos vamos a morir y eso puede ser en cualquier momento.

Se los digo, así sin tapujos, porque ustedes lo intuyen. En algún lugar de su corazón bien saben que el alma viaja en un suspiro, cuando el momento ha llegado.


¿A dónde? -Me preguntan

No lo sé con certeza.
Viaja al cosmos, dejando el cuerpo, quién quieto y frío vuelve a ser uno con la tierra.


¿Por qué mamá?  -Indagan sus cabecitas.

Porque vivir es morir.

Porque este es un viaje que tiene un principio y un fin. Así es y así será para todos los seres vivos que estamos en este planeta. Es parte del trato. Son las reglas de juego, y tonto es aquel que trate de desafiarlas.


¡No queremos que mueras nunca!

Así es. Decir adiós duele. 
No solo al morir amadas hijas. 
Duele despedirse de un amigo que no volvemos a ver. De una casa que dejamos atrás, del jardín de niños que nos vio crecer. De un novio con quién peleamos, o de los tíos que se van a otro país. Incluso de aquel juguete favorito que no volvimos a encontrar. 


Nada, nada dura para siempre. Ni las burbujas de jabón, ni los globos del parque, ni el helado de chocolate que se derrite en el calor.

Todo acaba amadas hijas,

Los zapatos preferidos se les quedan pequeños, la plastilina se seca, la película del cine llega a su fin.
Llega el momento en que sus dedos no encuentran más papitas en el fondo del paquete, o que papá y mamá las recogemos justo en el momento mas divertido de la fiesta.

El sol nos avisa del fin de la noche, y marca la hora de salir del calor de las cobijas.
Los lápices pierden su punta, su disfraz no cabe más por su cabeza. Al cuento se le acaban las páginas, la vela se derrite y se apaga.
Llega el momento de desarmar el lego que con tanto esfuerzo han armado, de botar sus manualidades que se apilan en la casa y nos quitan el espacio.

Las frutas se ennegrecen, las flores se marchitan y aparecen insectos aplastados bajo la suela de los zapatos. 
Las vacaciones terminan, y también el año escolar. Amigos nuevos vienen y otros van.


Nada es permanente, ya lo decíamos un día.

Si mamá! El universo! - Me dijiste tu, Eloísa.


¡Así es! El universo, que acoge la vida y la muerte, en una danza infinita. 
Una bella sinfonía en la que nosotros vamos cambiando de forma.


Duele, si. Duele decir adiós.

Quisiéramos que eso que tanto amamos dure para siempre.

¿Pero saben? Quizá si durara para siempre, no tendría tanta gracia.


¿Porque no se dan cuenta de que justo cuando nos damos cuenta de que puede terminar, más lo disfrutamos?


Quizá de de eso se trata,


Ya lo sabemos


Soy su mamá y ustedes mis hijas, solo por un rato.


Se me llenan los ojos de lágrimas y se me apachurra el corazón de pensar en un día que no podamos abrazarnos. Olernos y acariciarnos. Reírnos juntas y arruncharnos en la cama. Pelear, desesperarnos, enfurecernos y regañarnos.


Yo no quisiera que mueran mientras yo vivo.
No quisiera morir pronto y que en su vida yo falte.


Aunque a veces la vida se ponga difícil y me vea a mi misma quejándome tanto. Agotada, cuestionando tantas cosas. Peleando con el día a día de esfuerzos. Detestando la enfermedad. Renegando de la humanidad. Intentando darle sentido a tanto dolor. Oyendo tantas historias de infelicidad. Viendo el sufrimiento al que nos sometemos.

Entonces, la muerte hace su presencia. Se asoma sonriendo recordándonos una vez más que nada es permanente.


Amadas hijas, voy a morir. Eso seguro.

Ustedes también. Y papá. Y los abuelos, tíos y primos. Y los amigos y los vecinos. Y las mascotas y las plantas.
Vamos a morir y no sabemos cuando.

No quiero que lo escondamos, sino más bien que lo tengamos bien presente.
Porque solo así amadas hijas, podremos vivir intensamente.
Sabiendo el secreto más grande de todos.
Que solo existe el aquí y ahora.

Así que no guardemos la vida para mas tarde. Gastémonos esta existencia.
Sepamos que nada es tan importante como explotar de amor a cada instante.
Colorear el mundo con nuestros colores, bailar todos los ritmos, recorrer todas las emociones y celebrar sin reparo este cuerpo maravilloso que nos sostiene: con todos sus ruidos y olores; fluidos y colores; curvas y recovecos.

Toquémonos bellas niñas, que esta piel es solo de este mundo. Respiremos juntas el elixir mágico que nos rodea. Sintamos el latir de un corazón que ama sin limites. No esperemos a estar listos, ni pretendamos que sea perfecto.

Perfecto nada, perfecto todo.
Ensayemos, atrevámonos, juguemos e inventemos. Equivoquémonos juntos. Abracemos los fracasos.
Hagamos el ridículo, arriesguémonos al exilio, sepamos que unos cuantos nos verán con extrañeza.

Que la muerte está en la esquina. No para asustarnos, ni asecharnos.

La muerte, tan sagrada como la vida, nos despierta de la ilusión. Nos mantiene atentos. Nos regala maravillosos secretos. Nos reanima del letargo en el que entramos cuando nos creemos inmortales. Nos sacude cuando nos dejamos para después, convencidos de que somos dueños del tiempo y de que lo controlamos todo.


Vamos a morir. Eso es seguro.


Asi que amadas hijas… Amemos sin fin.
¡Vivamos!