Amadas Eloísa y Matilde,
Están en esa edad en la que mi mirada significa mucho para
ustedes
Mira, mamá. Mira, mamá.
Es el pan de cada día.
Supongo en parte porque de mi aprenden, y necesitan que las
guíe.
También porque de mi dependen, y necesitan que las apruebe.
Es cuestión de supervivencia. Necesitan asegurarse de que
las amaré y protegeré y para eso tiene que gustarme estar con ustedes. Aunque
sea un poco.
Esto no lo sé con certeza. Lo sospecho.
Lo sospecho porque esto no cambiará mucho cuando crezcan, porque me pasa a mi y por eso se los cuento.
Amadas hijas,
Pareciera que estamos eternamente en busca de esa mirada que
asegure nuestra supervivencia. Que garantice que vamos a tener a otros que nos
cuiden y amen. Aunque ya no dependamos de otros para vivir.
Cuando crecemos ya no decimos, ¡Mira, mamá! Ni lloramos
hasta que mamá nos tome en brazos.
Ya estamos muy grandes para eso.
Nos inventamos toda clase de artimañas.
Si lloramos y pataleamos pero inventamos que es por otros
motivos. Llamamos la atención constantemente, de las más variadas y extrañas
maneras. Incluso lastimando a otros para que entonces podamos sobresalir.
Amadas hijas,
Nosotros los adultos también queremos que nos miren. Que
nuestro jefe nos felicite, que nuestros amigos nos llamen, que venga gente a
nuestra fiesta de cumpleaños. Que nos escriban cartas y nos digan “eres mi
mejor amiga”.
Queremos que nos digan que estamos haciendo las cosas bien,
que nos pongan caritas felices en las manos y nos digan que somos “El niño de
la semana”. Solo que lo disfrazamos con Likes en Facebook, premios más sofisticados,
publicaciones, ascensos, clubs de fans y eso que llamamos éxito.
Queremos que mamá y papá se sientan orgullosos de
nosotros. Y si ellos no lo están
buscamos a alguien que si lo haga.
Necesitamos que nos abracen, nos digan te amo y te necesito.
Y sin ti no puedo vivir. No hay nadie igual a ti.
Los grandes también tenemos miedo a equivocarnos y pensar
que por esto nos van a rechazar, ponernos malas notas, burlarse de nosotros,
hacernos a un lado. Abandonarnos.
Porque no nos gusta estar solos. Sentirnos invisibles. Eso nos duele mucho. Sentimos morir.
Necesitamos tanto relacionarnos con otros que estamos
dispuestos a lo que sea. Incluso si nos hace daño o nos hace infelices.
Amadas Hijas,
Me parece que es algo muy humano. Hasta el momento no
conozco a nadie que no le pase esto. Tal
vez es inevitable. No creo que yo pueda hacer mucho para que sea diferente para
ustedes.
Lo que si puedo Amadas Hijas, es decirles que las amo. Las
veo. Hoy y siempre.
Compartirles que en mi camino he aprendido una que otra
cosa.,
y aunque creo que siempre estará esta
Eterna búsqueda de mirada.
Parece que cada vez esta mirada se vuelve interna.
Porque amadas hijas,
Esto que he aprendido es que el verdadero Amor, no depende
de esta mirada, ni de ese reconociemiento.
Que nunca estamos realmente solos.
Yo, mamá, estoy para amarlas. Especialmente. Para
acompañarlas a descubrir esa luz interior.
Esa mirada, esa voz, esa sabiduría que está dentro de
ustedes y que nada depende de mi opinión. Ni de la de nadie más.
Acompañarlas a redescubrir eso que ustedes saben, mejor que
yo. Que todos venimos de una luz mayor.
Que si logramos mantener conectada esa luz interior con esa
luz de la que venimos, jamás, jamás estaremos solos. Y además ayudaremos a que
otros encuentren la propia,
Entonces podremos dejar de buscar aprobación eternamente
porque sabremos quienes somos. Y nos uniremos unos con otros de una manera muy
diferente.
Desde el Amor.
Un amor que no es lo que a veces decimos que es. Ese que
confundimos con aprobación.
Amadas hijas,
Todo esto es difícil poner en palabras, pero yo sé que
ustedes lo comprenden, porque al final ustedes me han acompañado a recordarlo.
Me han guiado. Me han dado la fuerza que necesito para ir soltando esa
necesidad constante de mirada.
Permitirme encontrar mis propias respuestas, mi propio
sostén. Conectada con eso superior que trasciende nuestra humanidad. Eso que no
cabe en las palabras.
Estando sola, (aún estando acompañada)
Amadas Hijas,
Buscarán mi mirada,
Es inevitable
Y yo se las daré
Con todas mis contradicciones, juicios, y condiciones.
A veces, hasta las usaré para que me miren a mi.
A veces, hasta las usaré para que me miren a mi.
Pero sepan que,
el Amor es mucho más grande.
Sinceramente cada vez que te leo aportas luz a mi oscuridad. GRACIAS
ResponderEliminarAna, me encanta, me llega mucho!!
ResponderEliminarGracias por darnos luz, lo compartiré.
ResponderEliminarMe recuerda a mi y a mis hijas cuando me buscan para mostrarme todo lo que hace.