sábado, 11 de febrero de 2012

En defensa de la rabia


Por Ana María Constaín

Eloísa dice no. Un no claro, firme y rotundo. A veces se parece al no que tantas veces le repetimos en el día. Otras veces es un no aún más profundo. Puede también acompañarse de un golpe o un empujón. O un poderoso grito. Especialmente si se le insiste en lo que ya se ha negado..
- ¡Eloísa, no se pega!
- ¡Eloísa, no grites! (muchas veces en una voz, que yo diría… es un grito)
Conforme estas palabras salen de mi boca me doy cuenta de que me siento en conflicto. Porque debo confesar que la mayoría de las veces que ella llora me es fácil acompañarla. No lo es cuando grita o se muestra agresiva.
Entre otras cosas porque no quiero que sea una niña agresiva. Quiero cultivar en ella cuidado, compasión y empatía.
Pero sobretodo porque yo no estoy en paz con mi propia agresión. En parte por la herencia cultural. Por los muchos años de violencia y crueldad que nos han llevado a llevar la bandera de la paz como consigna. Y también por mi propia historia. Una historia que he aprendido a ver de frente: Otro de los grandes regalos  de Eloísa.

Entonces me di cuenta de que me confundía entre rabia – agresión – violencia. Todo está en el mismo paquete.
Esto me ha dado algunas pistas. Me parece que he reprimido la rabia en pro de la paz. He cedido y dejado al lado mis necesidades por evitar el conflicto.
Aunque reconozco esto como algo personal también veo en mi día a día que como sociedad desalentamos la agresión con todo este paquete completo. Muchas veces me encuentro con padres que preocupados por esto prohíben cualquier juguete bélico. O limitan juegos de guerra o batalla.
 Y aún así los juegos favoritos de mi consulta siguen siendo espadas, pistolas, dardos y bates. Luchas, batallas, monstros y asesinos.
La muerte se asoma con demasiada frecuencia en las horas de juego (y de la realidad). Juego en el que me veo, un poco a regañadientes, demasiado implicada. Y siento y veo en los ojos de mis pequeños contrincantes una fuerza inigualable, liberación, descarga, alivio, diversión, poder. Yo misma me convierto en una guerrera, capaz de cualquier cosa.

Es un tema delicado.  


En nuestra búsqueda de la paz y la defensa a las víctimas castigamos con dureza al agresor: al niño que hace bulling, al padre golpeador, al guerrillero, al asesino. Usamos una violencia a veces invisible (otras bastante cruel) para lograrlo, pero es una agresión legitimada porque al final el otro lo merece y la sociedad lo necesita.
Creo que no es lo mismo poner límites que agredir de vuelta.

Sin darnos cuenta alienamos, aislamos, culpamos y alimentamos el odio, mientras que a las víctimas las dejamos libres de cualquier responsabilidad, reforzando su sensación de debilidad, y a veces de culpabilidad.

Estamos muy acostumbrados a señalar, culpabilizar, poner en el otro la responsabilidad del sufrimiento. Dividimos el mundo, polarizamos. Hay buenos y hay malos. Este trio de rabia-agresión-violencia, pertenece al mundo de lo malo. De lo indeseable.

La rabia tiene entonces muy mala fama. La reprimimos en nuestros niños, por supuesto en nosotros mismos, y como no le reconocemos en nosotros la vemos en los demás. En aquellos que de alguna manera no pueden reprimirla más y la manifiestan por todos. De una manera desproporcionada y dañina. Pero la manifiestan.

La rabia nos permite poner límites, empoderarnos, defendernos. Tiene una fuerza que es creativa, que rompe viejos paradigmas, transforma. Engrandece.
No podemos simplemente castrarnos de ella.

Eloísa dice NO y pega. Me doy cuenta de que necesito reconocer en mi esa rabia y ese miedo que se despiertan.
Alentarla a  la sana expresión y acompañarla. Enseñarle del mundo y sus límites. De las consecuencias de sus actos. Mostrarle con amor y firmeza que eso que siente es natural y darle herramientas para que pueda expresarlo sin dañar a otros.
Sí, cultivar en ella cuidado, compasión y empatía. Sobretodo conciencia. Sin que tenga que enterrar su rabia. Alojarla en la sombra donde crecerá y se empoderará ocupando tanto espacio que no quede más remedio que salir de maneras desproporcionadas y violentas.
Eloísa dice no y aprendo de ella. Me doy cuenta de que quiero validarla y  sobretodo amarla.
                     

15 comentarios:

  1. Excelente entrada, en lo personal me viene de maravilla leerte, en lo profesional, lo piden los padres, las madres, las familias y la sociedad. Sigamos aprendiendo de nuestros cachorros. Abrazo

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    1. Ana me llega mucho leerte y escuharte sobre este tema. Me uno al reto de aceptar l a rabia y emplearla como una energía que movilice sin agredir. Me uno a reto que sugieres conmigo y con mi hijo. A ve pa´ve como nos va... Abacito.

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  2. Uno siempre se encuentra con las cosas que más ocupa, en el preciso momento en que se ocupan. Me parece increíble esta aproximación al poder liberador y creativo de la rabia, saber estar enojado no es fácil. Y saberse responsable es una maravilla. Sabes decir las cosas de manera tal que caen como anillo al dedo ¡Te agradezco Ana María!

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  3. Gracias por el post. De hecho yo he analizado tambien lo que me pasa con la rabia y la agresion a partir de que soy mama. Yo misma soy una sobreviviente de no poder expresar mi rabia, una rabia profunda desde mi infancia y que me ha ocasionado migraña cronica. Entonces con Jose, mi bella hija de 1 año y 9 meses, estoy tratando -si, trato porque no es facil- de no hacerla sentir mal cuando siente rabia, frutración cuando tira cosas... tratamos de darle espacio para que desfogue sus sentimientos. Gracias por este articulo que confirma muchas ideas que ya tenia!

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  4. Me has dado mucha claridad con tus palabras. Justo ando enfrascada en este tema.. en no reprimir mi rabia y dejarla salir de forma no destructiva pero he caído en la cuenta de que se interpone a la hora de dejar que mis niños la manifiesten. Me ha dado la clave esta frase "Me doy cuenta de que necesito reconocer en mi esa rabia que se despierta. " porque la rabia me genera rabia. Gracias! Un beso.

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  5. Gracias por sus comentarios. Me animan a seguir poniendo en palabras mis reflexiones, vivencias, emociones. En este compartir yo también crezco, y me siento acompañada. Me cuestiono, me miro hacia adentro. Al poner mis palabras en "voz alta" también soy testigo de mi misma. Gracias por leerme.
    Ana María

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  6. Hola Ana. Me parece muy interesante tu comentario, pero me gustaría que lo aplicaras a la vida cotidiana, pues no me queda muy claro la forma de expresar o dejar que los niños expresen la rabia.
    Soy docente desde hace casi 10 años y en mi experiencia la forma de expresar la rabia es violenta (gritar, pegarse, tirar cosas) o pasiva (se encierran y no quieren hablar con nadie). Si uno le da rienda suelta a este tipo de reacciones que brotan naturales de la rabia, creo que tendrá muchas dificultades en las relaciones interpersonales y profesionales. Me imagino a mí como profesional que en una entrevista con un papá, me da rabia y termino gritándole o tirando algún objeto o que me encierro y no quiero hablar con él.

    Me gustaría que me explicaras a qué te refieres con dejarlos expresar la rabia.

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  7. Hola Melisa,
    Gracias por tu comentario,
    Entiendo lo que me dices. Es justamente uno de los temas complicados porque o reprimimos la rabia o la expresamos de manera agresiva y violenta.
    No tengo una respuesta única para ti, sin embargo a lo que me refiero en este artículo es cómo podemos darle un lugar a la rabia. Esto es desde la palabra: Tengo rabia, o noto que tienes rabia, que estás bravo etc. En lugar de "No te pongas bravo" o "como te ves de feo cuando estas bravo" y tantas otras frases que nos decimos y decimos a los niños. EN muchas de nuestras acciones también negamos esta posibilidad. Si el niño está bravo lo distraemos, le damos dulces, le contamos cuentos, lo hacemos reír. Cuando se pone violento entonces lo aislamos y castigamos.
    Un primer paso sería ACEPTAR la posibilidad de que exista la rabia, el enfado, el desacuerdo.
    Una vez validada esta emoción entonces ¿qué hacemos con ella? . En esta elección también esta la diferencia. Darle un espacio a la emoción es permitirnos y permitir a los niños que dejen que pase antes de actuar. Desde la rabia mi impulso puede ser pegarle al otro, gritarle, hacerle daño. SI me doy un espacio para que pase, puedo expresar mi desacuerdo o lo que no me gusta mejor. Algo como " Sé que estás bravo así que te voy a dar un tiempo para que no ya no estés tanto y podamos hablar" Es distinto a "salte del salón" o "vete a la esquina",
    Otro punto importante es poder mostrarles a los niños las consecuencias de sus actos. Es distinto decirles "pegar es malo" a "a él le duele cuando le pegas". Incluso que ellos mismo puedan decírselo. "Me duele cuando me pegas.". "si me gritas no me dan ganas de ser tu amigo". "Si rompes los juguetes no puedes estár en el salón, los juguetes son de todos". En lugar de acusarlos les mostramos lo que pasa con sus actos y cada uno puede hacerse responsable. No ponemos la pelea en términos de víctima y victimario, ni reforzamos la conducta prestándole demasiada atención al acto agresivo.
    Si para expresar su rabia necesitan algo más físico podemos usar estrategias como bates de espuma, romper papel, morder una toalla, salir a correr. Muchas veces solo aceptando la emoción y dándole un espacio de estar es suficiente para que se nos quite el impulso de llevarla a un acto físico.
    En el día a día permitir a los niños (y a nosotros) espacios para jugar con más contacto (luchas, dardos, a atraparse) Y más ejercicio físico como correr, nos puede ayudar a sacar de una manera natural emociones que vamos acumulando.

    En el caso de tu reunión con los padres, a veces con permitirte a ti misma sentir esto es suficiente. "Darte cuenta" de que sientes rabia. Muchas veces esa rabia tiene que ver con nuestra propia historia. Entonces como profesional puedes también atender esto después de la cita. Revisar qué de lo que te dicen los padres te da tanta rabia. Buscar espacios personales para trabajar con tu propia rabia y que de esa manera no salga de manera agresiva casi automáticamente.
    Una cosa es ejercer el autocontrol para no descargar nuestra rabia de manera agresiva y otra muy distinta es reprimir la rabia. Hacer como si no existiera. Olvidarnos de ella o disfrazarla de otras cosas.

    Espero haberte dado algunas respuestas. No dudes en preguntarme si necesitas que amplíe algún tema con mayor profundidad o si te siguen quedando dudas,

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  8. Hola Ana María. Leer este artículo me ha hecho preguntarme sobre el por qué y el para qué de mi rabia, ya que ha estado muy presente a lo largo de mi vida y hasta ahora he ido poco a poco encontrando el por qué de la misma, aún me falta tener claro el para qué, el rol de madre no solo me ha ayudado a estar en esta confrontación también el de docente ya que esta labor me ha llevado a encontrarme con toda la carga de los egos de los demás - los estudiantes- razón que me ha movilizado mucho en algunos aspectos. Algo que me preocupa es como protegerme de esa carga emocional que por momentos siento que pesa y lograr encontrar el equilibrio entre el saber poner límites pero sin dejarme afectar ni desencajar de mi centro, lo confieso, aunque no son muchos los momentos si me hacen pasar un mal rato.
    Gravcias por el artículo sobretodo por las respuestas que has dado

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  9. Hola Yuri,
    En el trabajo con otras personas más nos descubrimos, nos conocemos. Es muy valioso que puedas verte, y movilizarte al interactuar con tus alumnos, ya que esto es una gran oportunidad de crecimiento y evolución personal.
    Hay muchas maneras de trabajar la rabia, y de encontrar tu centro en situaciones de mayor dificultad. El trabajo terapéutico personal y grupal, el trabajo corporal desde cualquier aproximación, la meditación, las artes. Lo que elijas depende más de tí, de tus intereses y de tus posibilidades. Creo que podrías beneficiarte de alguno de estos trabajos, ya que aunque la introspección es una gran herramienta, algunas veces necesitamos de un grupo, o de otra persona que nos ayude a poder ir a lugares más profundos, a vencer nuestras resistencias, nuestros temores, que nos den contención para poder trasformar nuestros mecanismos de defensa, que tanto nos han servido para sobrevivir física y emocionalmente.
    Espero haber contestado tu pregunta. Gracias a tí por acercarte a este Blog.
    No dudes en contactarme si crees que puedo ayudarte con algo más.
    Ana María Constaín

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  10. Hola,

    he llegado a esta entrada sin buscarlo, pero precisamente hace unos días he tenido un conflicto conmigo misma sobre qué hacer con unos niños que les encanta luchar. Como tu bien dices, es un tema delicado, lo he hablado con muchos amigos y la gran mayoría apuestan por cortar este tipo de comportamientos. Es mejor para ti, claro, te evita problemas con el centro y con las madres y padres...pero desde luego nadie sabe decirme si es lo mejor para ell@s, los niñ@s. Estoy trabajando con niños de 6 y 7 años en una ludoteca y estoy registando diariamente lo que hacemos en un blog, buscando compartir experiencias. Hoy mi entrada se ha llamado en defensa de la rabia II y comparto algunas de tus palabras.
    Gracias por compartir.
    Un saludo.
    http://laboratorioimaginacion.wordpress.com/

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  11. La rabia considero que es algo innato en el ser humano. Me encanta tu frase No podemos simplemente castrarnos de ella. Lo interesante es aprender a vomitarla, canalizarla sin hacer daño a nuestro entorno pero pienso que es lógico que exista porque no podemos estar SIEMPRE conformes con TODO. Es cómo el conflicto, pienso que puede ser enriquecedor para todas las partes siempre y cuando se lleve de manera no destructiva.
    gracias por tus posts. Me estan encantando.

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  12. Yo tambien tengo un conflicto con la rabia. Me cuesta gestionarla en mí misma y además veo que mis hijan la han absorvido de mí... es dificil, es un golpe duro, pero ahi estoy intentando descubrir las maneras de aceptar esa rabia y dejarla SER de la manera más sana para todos, porque reprimirla me ha hecho las cosas más difíciles....

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  13. Hola Ana. Me ha gustado la explicación de la rabia. Puedo compartir la entrada en facebook?

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