Amadas hijas,
A veces en medio de una pelea ustedes vienen a decirnos: ya
no peleen más.
Otras veces, aunque no digan nada, sé que están tristes o
tienen miedo porque han oído voces fuertes o caras de disgusto.
También han sido testigo de lágrimas y discusiones.
Silencios prolongados y momentos incómodos que arruinan momentos de diversión.
Amadas hijas,
Esto pasa y seguirá pasando. Así como sé que seguirán
peleando entre ustedes, con sus amigos y con nosotros.
Porque pelear es parte de la vida.
Peleamos por muchas razones: porque no estamos de acuerdo
con otros, porque queremos algo que no tenemos, porque sentimos rabia o dolor por
lo que el otro hizo, porque nos dicen algo que no nos gusta (aunque a veces sea
verdad)
En algún momento, amadas hijas, habría querido proponerme no
pelear más. Decirles que entre menos peleas mejor están las relaciones.
Hoy creo que las peleas son importantes. Nos ayudan a
conocernos y a evolucionar. A expresar nuestras emociones, decir nuestras
opiniones y ser auténticos. Es decir, ser sin fingir otra cosa.
Esto es muy liberador.
Amadas Hijas,
Papá y mamá peleamos, y no nos escondemos para hacerlo.
Algunas conversaciones son de adultos y no necesitan oírlas, así que las
cuidamos de ello. Pero no les evitamos saber que peleamos, y tratamos de
contarles lo que pasa.
Sé que no les gusta. En parte porque temen que eso significa
que ya no nos amemos.
Ya otras veces les he dicho que el amor no se acaba nunca.
Incluso si en algún momento decidimos que ya no queremos
vivir más juntos. Esto puede pasar, si es que algún día descubrimos que ambos
queremos cosas diferentes.
Aún entonces amadas hijas, nos seguiremos amando.
Porque amor somos.
Ustedes también pueden elegir vivir en otro lugar, o decidir
tener otras amigas. Tendrán muchas relaciones que se acaben, o que cambien y
sean diferentes después de un tiempo. Esa es la gran riqueza de la vida.
Todas las
posibilidades que tenemos.
En todo caso papá y mamá siempre seremos su papá y su mamá.
Nuestra relación de pareja es una relación del hombre y la mujer que somos. Son dos cosas diferentes, aunque sean relaciones con las mismas personas.
Por ahora, hemos elegido ser pareja, vivir juntos y
compartir el espacio. Nos encanta. Y justamente las peleas nos han permitido
hacer ajustes para que podamos seguir haciéndolo.
Las peleas también nos han ayudado a abrir cada vez más el
corazón y hacer que nuestra relación sea más fuerte e incondicional. A darnos cuenta de que no estamos juntos
porque no tengamos más opción, sino porque en este momento es lo que más
queremos.
Es verdad, amadas hijas, que las peleas a veces pueden hacer
daño.
Algunas peleas son violentas y lastiman el cuerpo y el
corazón.
Por eso nosotros intentamos ser cuidadosos y respetuosos,
aún en las más intensas peleas.
Poder expresar nuestros sentimientos más difíciles sin hacer
daño y si es que algo de eso hay, saber reparar.
Cuando nos hemos calmado paramos y reconocemos que se nos ha
olvidado el amor y buscamos el camino de regreso.
Amadas hijas,
Somos humanos y no tenemos todas las respuestas. Nos
equivocamos, y muchas veces para aprender tenemos que probar una y otra vez
caminos dolorosos.
No pretendemos evitarlo. Ni evitárselos a ustedes.
Si acaso tenemos alguna pretensión, es la de amarlas, amarnos y aceptarnos
incondicionalmente.
En nuestra humanidad y nuestra divinidad.
Amadas hijas,
Seguiremos peleando porque seguiremos viviendo la vida con
toda su grandeza. Con todos sus colores, sabores, olores, sonidos y matices.
Creando y experimentando juntos la inmensidad de nuestro encuentro aquí y
ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario