domingo, 13 de enero de 2013

Amadas hijas...


Por Ana María Constaín y Nicolás Velásquez

Amadas hijas,



Hoy queremos que sepan que aunque las llamamos nuestras hijas, sabemos que no son nuestras
No nos pertenecen
Estamos aquí para acompañarlas, guiarlas, cuidarlas y protegerlas, al menos mientras puedan hacerlo por ustedes mismas
Sobretodo estamos para amarlas. Amarlas siempre. Hagan lo que hagan, sean lo que sean. Ustedes son la manifestación más grande del amor. Del amor vienen. Son amor.
Aprenderemos juntos en el camino,
Ustedes de nosotros, nosotros de ustedes. Me parece que especialmente nosotros de ustedes.

Hoy queremos que sepan que no nos deben nada. Todo lo que les damos lo merecen. Asi tiene que ser. Ustedes son un gran regalo de la vida. No esperamos nunca nada a cambio. No queremos que nos agradezcan nuestra labor. Ni que nos devuelvan lo que les entregamos.

Queremos que sepan que no están para darle sentido a nuestra vida, ni para hacernos felices.
Somos felices siendo su madre y su padre, y es verdad que a veces nuestra vida tiene más sentido con su presencia.
Es nuestra responsabilidad vivir nuestra vida con plenitud y hacernos cargo de nosotros mismos. No es de ustedes.

También queremos decirles que son libres para ser quienes son. Sea lo que sea. Para elegir su propio camino. Para tomar sus propias decisiones. No necesitan llenar nuestras expectativas, hacernos sentir orgullosos. No hay manera de decepcionarnos.
Es muy probable que a veces diremos cosas que contradigan esto. Les exigiremos, las juzgaremos o las etiquetaremos. No es fácil romper paradigmas. Hacer las cosas diferentes a como la sociedad nos ha enseñado a hacerlas. Pondremos mucha atención a esto para poderlas liberar de esta carga.

Hoy queremos que sepan que a veces no sabemos muy bien lo que hacemos. A ser mamá y papá se aprende en el camino. Así que muchas veces nos sentimos confundidos. Nos contradecimos. No sabemos muy bien que queremos enseñarles. Nos es difícil diferenciar lo realmente importante. Confiamos en su sabiduría para poder elegir más allá de lo que nosotros les transmitamos y tomar de nosotros lo que les sirva en su camino. Lo demás dejarlo pasar.
No queremos su obediencia ciega, ni que sean buenas niñas, ni que se porten bien. Aunque se los digamos tantas veces.

Queremos que sepan que esta madre y este padre somos también seres humanos, tenemos nuestra propia historia, nuestras propias cargas. Nuestras propias emociones. Así que muchas veces seremos injustos, impacientes, diremos cosas hirientes, seremos violentos. Tal vez les pongamos culpas que no les corresponden.
Las liberamos de todo esto. Ojalá puedan dejarlo pasar, verlo tal y como es sin vestirlo como propio.
De la misma manera les decimos que tienen derecho a esta humanidad. A sentir todas las emociones que eso conlleva. A expresarse libremente. Nosotros intentaremos tampoco tomarlo personal, dejarlo pasar.  Porque hijas, todo pasa. Y nada es personal.

Amadas hijas.

Las amamos. 

Ana María y Nicolás

4 comentarios:

  1. uffff!!!!!!! atravezando capa a capa de mi ser, en el centro de mi maternidad esto mismo es lo que deseo. Lo hemos conversado tantas veces con Carlos Miguel. Gracias por ponerlo en palabras y recordarmelo... a veces se me refunde por ahi entre mi ego, esto que aqui nombran y que mi corazón conoce!!!

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  2. Gracias por abrir tus sentimientos de esta menra. Sentirme más identificada es imposible.

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  3. Gracias por compartir de esta manera.Si me dan permiso utilizare vuestro artículo en mi clase de futuras educadoras infantiles.
    Mil gracias por su labor
    Montse Sanmartín

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  4. Gracias por vuestros comentarios....Ahora que mi hija es madre, y lee vuestras paginas, yo me siento acompañando esos párrafos como si los hubieran escrito por mi.....Muchas gracias por compartir vuestra experiencia, que muchas como yo sentimos y no hemos volcado ni a papel, ni a máquina alguna....Gracias otra vez!:Patricia G. de Diminich

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