Por Ana María Constaín y Nicolás Velásquez
Amadas hijas,
Hoy queremos que sepan que aunque las llamamos nuestras
hijas, sabemos que no son nuestras
No nos pertenecen
Estamos aquí para acompañarlas, guiarlas, cuidarlas y
protegerlas, al menos mientras puedan hacerlo por ustedes mismas
Sobretodo estamos para amarlas. Amarlas siempre. Hagan lo
que hagan, sean lo que sean. Ustedes son la manifestación más grande del amor.
Del amor vienen. Son amor.
Aprenderemos juntos en el camino,
Ustedes de nosotros, nosotros de ustedes. Me parece que
especialmente nosotros de ustedes.
Hoy queremos que sepan que no nos deben nada. Todo lo que
les damos lo merecen. Asi tiene que ser. Ustedes son un gran regalo de la vida.
No esperamos nunca nada a cambio. No queremos que nos agradezcan nuestra labor.
Ni que nos devuelvan lo que les entregamos.
Queremos que sepan que no están para darle sentido a nuestra
vida, ni para hacernos felices.
Somos felices siendo su madre y su padre, y es verdad que a
veces nuestra vida tiene más sentido con su presencia.
Es nuestra responsabilidad vivir nuestra vida con plenitud y
hacernos cargo de nosotros mismos. No es de ustedes.
También queremos decirles que son libres para ser quienes
son. Sea lo que sea. Para elegir su propio camino. Para tomar sus propias
decisiones. No necesitan llenar nuestras expectativas, hacernos sentir
orgullosos. No hay manera de decepcionarnos.
Es muy probable que a veces diremos cosas que contradigan
esto. Les exigiremos, las juzgaremos o las etiquetaremos. No es fácil romper
paradigmas. Hacer las cosas diferentes a como la sociedad nos ha enseñado a
hacerlas. Pondremos mucha atención a esto para poderlas liberar de esta carga.
Hoy queremos que sepan que a veces no sabemos muy bien lo
que hacemos. A ser mamá y papá se aprende en el camino. Así que muchas veces nos
sentimos confundidos. Nos contradecimos. No sabemos muy bien que queremos
enseñarles. Nos es difícil diferenciar lo realmente importante. Confiamos en su
sabiduría para poder elegir más allá de lo que nosotros les transmitamos y
tomar de nosotros lo que les sirva en su camino. Lo demás dejarlo pasar.
No queremos su obediencia ciega, ni que sean buenas niñas,
ni que se porten bien. Aunque se los digamos tantas veces.
Queremos que sepan que esta madre y este padre somos también
seres humanos, tenemos nuestra propia historia, nuestras propias cargas. Nuestras
propias emociones. Así que muchas veces seremos injustos, impacientes, diremos
cosas hirientes, seremos violentos. Tal vez les pongamos culpas que no les
corresponden.
Las liberamos de todo esto. Ojalá puedan dejarlo pasar,
verlo tal y como es sin vestirlo como propio.
De la misma manera les decimos que tienen derecho a esta
humanidad. A sentir todas las emociones que eso conlleva. A expresarse
libremente. Nosotros intentaremos tampoco tomarlo personal, dejarlo pasar. Porque hijas, todo pasa. Y nada es personal.
Amadas hijas.
Las amamos.
Ana María y Nicolás
uffff!!!!!!! atravezando capa a capa de mi ser, en el centro de mi maternidad esto mismo es lo que deseo. Lo hemos conversado tantas veces con Carlos Miguel. Gracias por ponerlo en palabras y recordarmelo... a veces se me refunde por ahi entre mi ego, esto que aqui nombran y que mi corazón conoce!!!
ResponderEliminarGracias por abrir tus sentimientos de esta menra. Sentirme más identificada es imposible.
ResponderEliminarGracias por compartir de esta manera.Si me dan permiso utilizare vuestro artículo en mi clase de futuras educadoras infantiles.
ResponderEliminarMil gracias por su labor
Montse Sanmartín
Gracias por vuestros comentarios....Ahora que mi hija es madre, y lee vuestras paginas, yo me siento acompañando esos párrafos como si los hubieran escrito por mi.....Muchas gracias por compartir vuestra experiencia, que muchas como yo sentimos y no hemos volcado ni a papel, ni a máquina alguna....Gracias otra vez!:Patricia G. de Diminich
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