Por Ana María Constaín
El primer año de Eloísa fue muy difícil. Especialmente los
primeros 3 meses. Probablemente si hubiera consultado a un profesional habría
sido diagnosticada con depresión postparto. Habría sido medicada. El parto fue mucho
de lo que no quise. En lugar de un parto en casa, cálido y amoroso, tuvimos una
cesárea. Después de una batalla de 20 días renuncie a amamantar. Recuerdo días
oscuros, dolorosos, de lágrimas y desesperación. Muy contrarios a la imagen
gozosa de madre y bebé abrazados en un vínculo amoroso que inunda el ser.
Sabía que tenía que atenderla, estar presente. Y quería, pero
una parte de mi no lo deseaba tanto, como se supone que pasa naturalmente. La
verdad es que por momentos quería que desapareciera, para poder abandonarme en
sueños y escapar de todas esas sensaciones que me inundaban. De mi cuerpo
adolorido, y tan ajeno a mi. De mi cabeza llena de ideas, temores, información
inútil. Escapar de un dolor desgarrador, de una soledad que me invadía, de un
cansancio que me superaba.
Luchaba por abrazarla, sostenerla todo lo que ella necesitaba,
darle un tetero con un mínimo de presencia. Resistiéndome a mis deseos muy
profundos y ocultos de entregarla a alguien más que se hiciera cargo. Una
enfermera, un familiar, alguien que me devolviera mis horas de sueño.
Sí, seguramente habría sido diagnosticada con depresión
postparto. Y tal vez por eso nunca me atreví ni siquiera a preguntarlo.
Porque bien sabia que esa depresión no era mas que un despertar
de una parte de mi que había estado enterrada. Dormida, oculta. Una parte de la
que quería hacerme cargo.
Por eso permanecí. Al lado de Eloísa. A veces llorando o incluso
gritando, cuando se despertaba cada hora. Enloqueciendo con su necesidad de
tenerme siempre presente. Pero permanecí, a su lado.
Estuve ahí, a veces amorosa, a veces impaciente... Estuve. Mirándome,
mirándola, contándole de mi. Amándola.
La alejé de mi prematuramente en la noche, para luego darme cuenta
de que lo que necesitaba era estar conmigo. Mientras tanto pasé muchas noches
oscuras resistiéndome la tentación de aplicar cuánto método me enseñaban para
tener mas tiempo para mi, y que ella, a las malas “aprendiera” a no
necesitarme.
Ahí estuve. Construyendo un vínculo que no pudo surgir
naturalmente. Un vínculo obstaculizado por instrumental médico, protocolos y también
por mi propia historia. Por mi sombra.
He pasado tiempo intentado entender, culpándome, culpando a sistema.
Hoy sé que fue lo que tuvo que ser. Eloísa me ayudo a despertar.
A descongelarme. A sentir el dolor de un cuerpo que andaba por su propia
cuenta.
No pudo ser de otra manera a pesar de mi voluntad, de mis
deseos. Y con esto Eloísa me ayudó a abrir una nueva ventana de consciencia. A darle
un giro a mi historia.
Esta cesárea, está separación de las dos en el nacimiento, esta
imposibilidad para amamantar, me hicieron mirarme de cerca. Bajarme de mi
cabeza. Sentirme. Descubrir una sexualidad reprimida, mi cuerpo disociado,
olvidado, rechazado, sometido. Un cuerpo que carga con mi historia, la de mi
familia, la de mi cultura. Que encarna lo que las mujeres creemos haber
conquistado. Lo que la sociedad ha castrado.
Todo esto parece dramático, y no dejo de impresionarme con la
manera en como estamos todos tan anestesiados ante los nacimientos y los vínculos
primarios. Todo nos parece normal.
De alguna manera pertenezco a este raro círculo de mujeres que
analizan demasiado las cosas, que le dan demasiada trascendencia a la vida y a
las situaciones por las que "todas pasan" y que al final no son tan
importantes.
-Mira, “yo nací así y mira lo bien que me fue” me decían para
calmar mi dolor.
Tantas veces oí que si fue tan difícil seguro fue que porque le
dí muchas vueltas, lo hablé mucho, le dí demasiada importancia. Lo dramaticé en
exceso.
Menos mal.
Porque para mi, es un tema muy trascendental. Un tema que cada
vez aligeramos mas. Racionalizamos. Justificamos.
Pero el nacimiento no tiene nada de light. Ni lo son tantas
cosas de las que privamos a nuestros bebés en su primer año.
Años después nos estamos preguntando porque tanta violencia,
porque tantas adicciones y enfermedades. Llevamos a nuestro hijos a miles de
especialistas. Este si que “nació enfermo", " es que tiene un carácter,
eso viene del abuelo paterno”, “no sé porque resultó tan mentirosa y
manipuladora”
Somos incapaces de mirar de frente la distancia emocional y
corporal con la que los recibimos. Las primeras experiencias de vida que les
proporcionamos, el mundo que les mostramos cuando aun no tenían palabras. Las
tantas, tantísimas veces que no los vimos. Los mensajes que les transmitimos
aún sin darnos cuenta.
Estamos tan desconectados de nosotros mismos que nos hemos
vestido de indiferencia, normalizando la violencia que ejercemos en los partos,
en la crianza de nuestros bebés. No lo vemos. No lo sentimos. Nos acomodamos en
un discurso racional y muy moderno. Nos parece lógico.
Agradezco ese primer año. Esa experiencia que me sacudió.
Agradezco la luz que no me permitió escapar, medicarme, entregar
a Eloísa a manos de otros, usando razones perfectamente comprensibles.
Agradezco no haberme acomodado en una depresión postparto. Haber
podido sentir ese dolor, esa locura, ese cansancio, esas ganas de que ella
deapareciera. De retroceder el tiempo, de renunciar a la maternidad.
Agradezco esa herida en mi vientre, esos pezones agrietados y
sangrantes. Esa soledad profunda, esas lágrimas interminables.
Esos gritos de Eloísa, que retumbaban en mi corazón, impidiéndome
quedarme dormida. Esa fuerza que trajo que me invitaba a la vida. Que me imposibilitaba
ocultarme plácidamente en mis sueños. Esa vitalidad que me obligaba a permanecer
alerta, atenta. A habitarme y estar en mi constantemente. Mirándola. Conectándome
con ella.
Agradezco su bronquiolitis, esas noches en cuidados intensivos
que me mostraron como era aferrarse a la vida. Como era sonreírle al dolor.
Todo esto que me hizo madre, tantas lagrimas que limpiaron y
dejaron a la intemperie el amor mas grande.
No, no tuve depresión postparto. Tuve un despertar de
consciencia.
Te leo y siento el poder de tus palabras. El poder que tuvo tu hija para conectarte con ella, cómo quisiste y resististe a estar ahí, con ella, creando vuestro vínculo a través de vuestra realidad, no la de los libros.
ResponderEliminarTe leo y siento vida, siento fuerza, amor. ¡¡ Me encanta !!. Sí, un proceso probablemente desgarrador el que viviste, sin embargo, lo siento tan bello: no te fuiste, permaneciste con ella. Y no debió ser nada fácil, como nos relatas, pero lo hiciste.
¡¡ Gracias por compartir tu vivencia !!. Un abrazo.
Querida Ana María:
ResponderEliminarMe dirijo nuevamente a ti, para compartir contigo una entrada del Blog que escribo sobre "Psicología Perinatal" en la que menciono tu artículo ¿Depresión Postparto? y en el que hablo del libro "La maternidad y el encuentro con tu propia sombra" a partir de una entrevista realizada a Laura Gutman sobre ¿Por qué mi bebé llora?.
Enlace:
http://gestaltmarpsicologiaperinatal.blogspot.com.es/2012/12/por-que-llora-mi-bebe-por-laura-gutman.html
El dirigirme a ti para darte a conocer esta entrada de mi blog, es que tu magnífico artículo, hablando de ti y de tu hija Eloísa, de la creación de vuestro vínculo de apego, me ha recordado a este otro que yo publiqué, hablando sobre "el encuentro con la propia sombra" a partir del proceso de convertirse en madre.
Un saludo afectuoso.
Gracias por abrir el alma. No sabes lo importante que es tu historia para otras mamás, hoy y en el futuro. ;) Un abrazo!!
ResponderEliminarImpresionante!!!!
ResponderEliminarTodo un ejemplo de saber estar atenta y dejar atrás el placentero acomodo de una frase hecha.
Enhorabuena.
Leyendo esto sólo me queda pensar que debo esperar que el tiempo pase para eventualmente agradecer esta desesperación y ganas de salir corriendo que me invaden aún después de 6 a
ResponderEliminarmeses...a mi «despertar de conciencia» le ha acompañado un alto grado de resistencia, quizá eso es lo que lo hace más difícil...gracias por poner en palabras el sentir de muchas....
Si, efectivamente es bueno entender que todo pasa, atravesar momentos oscuros a veces sabiendo que no cambian de un momento a otro. También es importante buscar apoyo ayuda, personas que te alimenten, que de ayuden a darle luz a esa sombra. Porque en este proceso de hacer consciencia a veces no podemos solos. Necesitamos de otras personas que nos ayuden a ver las cosas desde otra perspectiva, que nos ayuden a ver partes de nuestra historia a los que no podemos acceder.
EliminarBuscar apoyo en grupos de crianza, terapias, o lo que sea que te sirva en tu camino.
Un abrazo grande
Hola Ana María, tengo una pregunta que espero no te moleste...
ResponderEliminarYo sí sucumbí a la depresión postparto (o me acomodé en ella como dices tú?), a mí me diagnosticaron y me trataron con medicamentos, yo delegué el cuidado de mi hija muchas veces porque no me sentía capaz de hacerlo, yo dormía aún sabiendo que mi hija me necesitaba porque el alma y el cuerpo no me daban para otra cosa, porque llegaba un punto que de tanto llorar me daba miedo que se me cayera de los brazos, yo trataba de pasar tiempo con ella estando presente pero lo único que lograba era observarla con mirada vacía y ausente mientras pasaba casi todo su primer año de vida...
Leerte hace que me sienta una mala mamá, una mamá débil o que no ama lo suficiente a su hija.
Llevo todo el último año (ya casi cumple 2) tratando de acercarme a ella, de fortalecer el vínculo que casi se destruye, de amarla con tanta pasión y entrega que logre llenar todos los vacíos que pude haber dejado.
Desde que empecé a despertar de esa horrible depresión he creído sinceramente en lo enferma que estuve, en mi imposibilidad física, emocional y mental para haber hecho las cosas de otra forma, en cuánto hubiera querido que las cosas fueran diferentes... pero ahora te leo y lo único que pienso es: "tenía otra opción y opté por el camino más fácil?" "realmente estuve tan enferma como pensé o me acomodé a un diagnóstico?"
No sé si lo que escribes pueda generalizarse tanto o si realmente crees y respetas el hecho de que algunas personas sufrimos de una real y desafortunada depresión postparto que nos aleja de la maternidad aunque no lo deseemos y que tal vez no todas tenemos la opción de decidir si nos enfermamos o no.
Leerte me hace sentir muy pero muy culpable... mi pregunta es:
Qué opinas de las mamás que sí sufrimos de depresión postparto?
Hola Natalia,
EliminarGracias por escribir.
Como digo al inicio de este Blog, no tengo más propósito que compartir mis reflexiones, experiencias y sentires en mi camino de la maternidad. No pretendo ponerme como ejemplo de lo que debe hacerse, y mucho menos juzgar las experiencias de otras madres y padres.
Respeto profundamente el camino de cada persona y creo todos hacemos lo mejor que podemos con lo que somos y las herramientas que tenemos en cada momento de nuestra vida.
No es que esté en contra de la medicación, ni que crea que la depresión no existe.
Profesional y personalmente, al menos en este momento de mi vida, considero que se sobre diagnostica y se sobre medica. No solo la depresión, todas las enfermedades.
Sin embargo también creo que en determinados momentos la medicación puede ser una gran herramienta que ayuda mucho en algunos casos.
Creo que la depresión post parto es mucho más compleja de lo que a veces los medicos la plantean.
No es que crea que no existe, sino que creo que no es mirada desde toda la completud. Al final un diagnóstico no es más que un nombre que se le da a una condición. Así que no es tan importante. Lo importante es lo que hay en el fondo. Y creo que podemos hacer mucho más que dar una pastilla y encasillar a una mamá que esta sufriendo mucho, dentro de un diagnóstico.
Desde una mirada más amplia, creo yo, podemos dar esa medicación si consideramos necesario, y apoyar a esa mamá de muchas otras maneras para que pueda atravesar esa etapa, enriqueciéndose de lo que está despertando en esa relación con su bebé y poder así también crecer y vincularse con su bebé. Claro si eso es lo que la mamá elige y quiere.
No creo que hayas optado por el camino fácil, creo que optaste por el camino que te fue posible. Así fue para ti. Esa fue la experiencia que necesitabas vivir. Tal vez ahora tengas posibilidades de explorar un poco más que hay en ti que se despertó con el nacimiento de tu hija. Tal vez no. Eso solo lo puedes saber tu.
SIn culparte por lo que no fue, más bien aceptándote, y mirando hoy que necesitas.
Espero haber contestado tu pregunta,
Un abrazo grande
Muchas gracias por responderme
ResponderEliminarEn mi camino de aceptar la maternidad he buscado y estudiado... descubrí la crianza respetuosa y me encantan sus principios aunque son contrarios al estilo de mi familia, pero a veces me cuesta mucho manejar el hecho de que no puedo y no he podido hacer todo como quisiera: quisiera pasar más tiempo con mi hija pero trabajo todo el día sin opción de hacer otra cosa porque el papá se fue cuando ella tenía dos meses y no tengo apoyo económico de mi familia, lacté sólo hasta los tres meses de mi hija por los medicamentos aunque la psiquiatra esperó lo que más pudo para dármelos, etc.
Y pues muchas veces cuando leo con el fin de aprender algo nuevo me encuentro con lecturas que me hacen sentir que por no hacer todo lo que implica una crianza con apego y dedicación no soy una buena mamá... siento que debería hacer más pero no sé cómo porque en este momento de corazón hago todo lo que puedo.
He intentado muchas cosas (terapias, talleres, psicólogos, psiquiatras) y lo seguiré haciendo hasta que termine de sanar todas las heridas que la maternidad y el abandono simultáneo de mi pareja despertaron en mí.
No culparme lo veo más difícil, tal vez más adelante.
Un abrazo y otra vez mil gracias
Natalia, muchas veces nuestras expectativas y deseos no se corresponden con nuestra realidad y eso duele. Lo importante es contar con apoyo para sortear las circunstancias adversas y poder entregarte al amor incondicional de la manera en que sea posible para vos. La crianza con apego o respetuosa no es una fórmula única para todxs. Lo fundamental es tener un profundo respeto por nuestrxs hijxs y sus necesidades, entender que ni ellxs ni nosotrxs somos perfectxs, no querer "moldearlos" a nuestro anotojo, ser pacientes y empáticxs con ellxs. Darles amor por sobre todas las cosas y admitir frente a ellxs que somos humanxs y nos equivocamos.
ResponderEliminarCómo fuimos criadxs nos define y por eso a veces se nos hace tan arduo intentar algo diferente con nuestrxs propixs hijxs. Pero seguí lo que te dicen tus entrañas, y si tu familia no te apoya al menos pediles que respeten tu decisión de criar a tu hija amorosamente.