miércoles, 7 de diciembre de 2016

Aparece la serpiente...



Aparece la serpiente con su veneno.


Surge de las profundidades amenazante, salvaje y despiadada. Podemos apedrarla, intentar cortarle la cabeza, arrinconarla, encerrarla. Podemos matarla.


Volverá.


O podemos desnudarnos ante ella. Vernos en sus ojos. Sentirla en nuestras entrañas olvidadas. Reconocer su veneno. Dejar de huir. Sabernos ella. Mirarla de frente y aceptar lo que nos refleja.


Si, podemos seguir culpando a la serpiente, defendiéndonos de ella,

pero si no nos damos cuenta de que la serpiente mora en nosotros,

en lugar de empoderarnos y protegernos,


terminará por envenenar nuestro corazón.

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