jueves, 8 de agosto de 2013

Los Hijos como Meditación

Por Ana María Constaín


Cada vez que sé que viene un día sola con mis hijas, empiezo a sentir una especie de ataque de pánico. La idea de tantas, tantísimas horas a su lado haciendo malabares para atenderlas a ambas es bastante abrumadora. Pero lo peor es la anticipación de un día muy aburrido. Inmersa en un mundo infantil que puedo disfrutar algunas horas. El resto ya es un intento por soportarlo. Hasta que ya mi día se convierte en ver el reloj anhelando que llegue algún adulto a rescatarme.

Lo curioso es que me he dedicado a trabajar con niños. He sido su profesora, su niñera, su terapeuta. Se podría decir que se me facilita conectar con ellos. Soy una de esas personas a la que le gustan los niños.

Para mi entonces sigue siendo una sorpresa que cada vez que Nicolás me dice de un fin de semana de trabajo, yo sienta este terror internamente. Que cada posibilidad de viaje, cada llegada tarde o cada plan que no nos contemple, se convierta en una pesadilla.

He pasado por mil estados.

Por supuesto por culparme, juzgarme, compararme y castigarme. ¿no debería una madre disfrutar con sus hijas? ¿Cómo puedo ser tan incapaz? ¿Acaso no hay madres que están hasta con 10?

Luego por aguantar. Yo puedo. Yo soy capaz. Así empiezo el día llena de paciencia y disponibilidad. Alegría y gozo. Con ideas creativas. Con planes divertidos. Y el día va llevándose esta actitud. Y poco a poco se va alojando esta madre monstro, gritona, impaciente, agotada, desesperada. E inevitablemente terminamos en lágrimas. Y probablemente en una gran pelea cuando Nicolás se asoma a esta escena al final de la jornada.

También he intentado buscar manos que ayuden. Escapar a la casa de familiares, buscar planes con amigos. Resulta por ratos. Pero todo el movimiento que genero para evitar la situación termina por agitarme de igual manera. Y llegamos todas en un estado emocional y físico deplorable.

Ahora estoy llegando a un estado de Aceptación. Este estado que Matilde me ha estado enseñando desde que fue concebida.
Y así, aceptando que eso soy, que eso son, que eso somos y que esta es la situación cuando estamos solas, me he permitido estar.

Estar presente.

No presente como “¡pero si he pasado todo el día con ustedes!, ¿como pueden seguir pidiendo mamá?”

Presente. Aquí y Ahora. Con todo mi ser.
Sin importar mucho lo que hagamos.

Una realidad empieza a develarse. Esta dificultad para estar con ellas no es más que una dificultad para estar conmigo misma. Una dificultad que ha estado mucho antes de que ellas llegaran a mi vida.

Pero en el mundo hay millones de posibilidades para escapar. Muchas distracciones. Muchas maneras de evitar ese vacío insoportable de estar en uno.

Y ellas, Eloísa y Matilde, no me permiten escaparme en mis habituales maneras. Cuando estoy con ellas no puedo leer, ver televisión, hacer yoga, dormir, entregarme a una canción…  No puedo embarcarme en conversaciones intelectuales, existenciales, superficiales.

Ellas me invitan a este mundo del eterno presente, donde lo único que importa es lo que esta pasando en ese preciso momento.

Y eso es demasiado intenso para mi.

Me recuerda a esas largas meditaciones que alguna vez hice. Esas batallas con mi mente, con mi incomodidad, con mi dolor.
Solo que peor.
Porque en esas meditaciones podía distraerme. Engolosinarme en mi propio ego. Estar en silencio y disfrutar de la calma.

Las hijas en cambio si que son una verdadera meditación.

Me he estado observando. Despertando ese testigo que es espectador de lo que sucede. Llenaría tomos enteros con lo que pasa por mi mente.

- Vamos a jugar Eloísa,
-Juguemos con las barbies
¿con las barbies? En que momento tenemos tantas barbies? Hay que sacar muchas de esas barbies, se va a volver una niña esclava de la belleza, va a crecer con una imagen distosionada del cuerpo.

 Aquí y Ahora…. Vuelve…

- Bueno juguemos…
le sigo el juego por un minuto, cojo el celular, leo unos mensajes.
- Mamá, juega conmigo!!
-Si, espérame mando este mensaje… Ya. Juguemos.

Aquí y Ahora…. Vuelve…

-(coge unos cubos y empieza a ordenarlos por los números)
Qué inteligente! Y si le estoy solo fomentando las habilidades cognitivas? Tengo que sacarla mas a hacer ejercicio..

Aquí y Ahora…. Vuelve…

- Matilde tose.
Ya le dio gripa. Seguro le va a dar bronquiolitis otra vez. La tengo que llevar al bioenergético. ¿Y si acaba e urgencias? 

Aquí y Ahora…. Vuelve… Respira.

-Vamos al parque. Miro por la ventana. Está lloviendo.
Claro esta ciudad de mierda. Deberíamos vivir en otro lugar. Aquí siempre llueve o hace frio. Odio estar encerrada en el apartamento.

Aquí y Ahora…. Vuelve…

- Mamá entonces quiero ver muñequitos. Le prendo la tv.
Soy la peor mamá. Como la puedo tener viendo tv. No soy capaz de entretenerla.

Aquí y Ahora…. Vuelve…

-Bueno, entonces voy a jugar un rato con Matilde. La acuesto en el piso. Me doy cuenta de que aún no se da la vuelta.
Eloísa ya se daba la vuelta a esta edad! Voy y busco fotos de ella. Si! Ya se daba la vuelta! No he estimulado suficiente a Matilde! (pero si ni siquiera crees en eso!)
Bueno .. cada niño tiene un ritmo. (y si tiene un problema?...)

Aquí y Ahora…. Vuelve…

- Ya estuve un rato con ellas. Voy a trabajar un poco.
Me siento en el computador.
-Mamá me das onces.
-Ya va. Dame 5 minutos.
-Mamá tengo hambre.
-Espera acabo esto
-Mamá me das un bananito?
No puede ser!! Si he jugado todo el día contigo! No me dejas hacer nada!
No nací para ser mamá- Nunca voy a poder trabajar. Que niñas tan demandantes!!!

Aquí y Ahora…. Vuelve… Respira…

Esto sigue y sigue… y solo estoy escribiendo mis pensamientos. Porque están el miedo, la rabia, la culpa, la soledad, el orgullo, la envidia…
Esta el dolor de espalda. Están los pies fríos. La garganta irritada.
Están las fantasías catastróficas. Las suposiciones.
Está la víctima. Está el drama.
Está la ilusión de hacer cosas, de cambiar al mundo para que todos seamos felices al fin.
Están las ganas de ser reconocida. De hacer una diferencia, De de ser "alguien en la vida".

Y también está el amor buscando su camino.

Y están mis hijas. Aquí y Ahora. Invitándome a estar presente. Con ellas. En mi.

Aquí estoy yo. Volviendo una y otra vez a este momento. En donde todo es lo que es. Nada más. Aunque mi mente se resista a comprenderlo.

Observándome. Encontrándome.
Viviendo esto del aquí y ahora. Mucho más allá de la teoría.

Aceptando mi situación actual. Sin pretender cambiarla. Sin buscar escenarios utópicos e ideales para entonces si estar feliz y tranquila.

Siendo paz y amor por pequeños instantes. Sabiendo que están dentro de mi. Nada más.

Descubriendo ese ser esencial que soy debajo de todas estas capas.

Haciendo de mi día a día con mis hijas una constante Meditación.



5 comentarios:

  1. Me encantò! parece que la clave esta en la entrega, como dices tu : estar en el aqui y el ahora....he pasado por momentos parecidos, con un montón de cosas en la cabeza, con ganas de hacer mil cosas, esperando las 6 pm para trabajar en lo mio....Un buen dìa me quede sola, sin ayuda en la casa, llore de tristeza, de rabia, de soledad de todo...detesto hacer oficio! ya no tenia tiempo para mis cosas, cuando estaba con mi hija ya no estaba pensando en lo que haria a las 6 pm : que escribo, que me invento, etc, ya sabia que a las 6 pm tenia que seguir haciendo oficio porque no me alcanzaba todo el dia para hacerlo....y fue un momento pasajero, pero tambien un momento de aterrizas o aterrizas :)

    ResponderEliminar
  2. Puedo entenderte. Yo tengo 4. Creo que hay un par de cosas que ayudan mucho: Primero: Relájate. Como padres queremos hacerlo bien, mentiras, bien no, creemos que tenemos que hacerlo perfecto, pero en realidad nunca vamos a hacer todo lo que quisiéramos, a darles todo lo que creemos y sentimos que necesitan, y siempre vamos a cometer errores y de seguro, algunos garrafales. Así que, relájate. Por otro lado ten siempre un tiempo para ti sin chicos haciendo algo que te guste mucho, que sea algo realmente para ti. Y cuando sepas que se viene uno de esos fines de semana sola, arma programa, llama a otra mamá con chicos y vayan a una biblioteca o un parque (si el clima lo permite ;) ) eso lo hace más llevadero y todos podrán disfrutar con la salida. Si quieres te invito un día a mi casa, para que veas mi circo y seguro puedes ver cosas de las que yo ya no soy conciente. La mapaternidad es la mejor escuela de vida y el mayor aprendizaje de nosotros mismos.

    ResponderEliminar
  3. Hola, soy Ana. Hace poco que te sigo, me gusta lo que leo. Esta entrada la hubiera podido escribir yo, así de identificada me siento, así me reflejo en tus palabras. Me alegra saber que no soy la única con este tipo de lucha interna y ¿sabes? Sí, he llegado a pensar tal cual "¿qué mejor meditación que este par?" Con ell@s a fuerza debo estar aquí y ahora (o, eso quisiera yo). Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  4. Jajajajja yo soy otra que podría haber escrito este texto tal cual. Me he reido pero tambien me he sentido comprendida. Gracias!! Virginia

    ResponderEliminar
  5. hola, muy bueno lo que leí. Estoy de acuerdo que estar aquí y ahora es la clave, de la maternidad y de todo. Estar presente, acallar la mente, apagar esa radio interna que nos distrae y no nos permite vivir el momento presente. Mi pequeño gran maestro, mi hijo, me enfoca día a día a estar presente, es el momento en el que vive y me enseña. Y cuando me voy en pensamientos de el ayer o el mañana, reclama atención y me trae nuevamente a lo que en realidad importa, lo que allí, en ese instante, esta aconteciendo. Los hijos como meditación, totalmente de acuredo.

    ResponderEliminar