A mi mamá, Carolina.
Con el pretexto de que todas las fechas se han convertido en
una excusa comercial, porque nos creemos superiores a la cultura capitalista y
materialista, decidimos restarle importancia a este día. Evitamos la fatiga de
restaurantes llenos y mejor nos quedamos en casa. Dejando a las madres, una vez
más, hacerse cargo de cualquier celebración.
Pasamos ya la edad de tarjetas y regalos hechos en casa, y rara vez
tenemos la capacidad de sintonizarnos con las necesidades y gustos de aquellas
mujeres que nos trajeron al mundo. Y si es que decidimos darles algún
regalo, seguro será algo que agradecerán con el corazón, porque siempre lo
hacen, pero que rara vez se ajusta a lo que rondaba en sus sueños.
Ahora que soy madre de dos,
me doy cuenta de que el Día de la Madre debería ser la fiesta más
importante del año. Por ninguna razón se
debería pasar por alto.
Porque sí, las madres amamos incondicionalmente y damos todo
a nuestros hijos sin esperar nada a cambio.
Pero no está nada mal que un día al año recordemos hacer
explícito nuestro agradecimiento hacia ellas. Que lo digamos en voz alta. Que
las reconozcamos. Que les digamos te quiero, mirándolas a los ojos. Que hagamos
el intento de darles gusto, en algo que ellas realmente deseen. Que las honremos. No importa mucho la manera.
Sí, ellas saben lo que sentimos por ellas. Pero no está de más que se los digamos.
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Mamá,
Gracias.
Por cada día, cada hora de tu entrega
Por prestarme tu cuerpo para venir a este mundo, y tu
corazón para crecer en él.
Por tu constante crecimiento y fortaleza
Por la libertad que me has dado para vivir mi propia vida
Y por tu compañía mientras lo hago
Por tu amor incondicional
Te honro, te admiro y te amo.
¡Gracias mamá!
Ana, bebé eras igualita a tus hijas. que lindo homenaje a tu mamá y a todas las que somos madres. Un abrazo!!
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