jueves, 1 de agosto de 2019

Personajes en sombra




Todos tenemos personajes en sombra.
Aquellos que encarnan lo que juzgamos, rechazamos, envidiamos, o simplemente no reconocemos en nosotros.
Esos personajes cobran vida no solo en las personas que nos disgustan y criticamos duramente, sino también en quienes envidiamos o admiramos.
Son todos ellos que pensamos tan diferentes y ajenos a nosotros.
Los que nos indignan y también los que nos parecen inalcanzables.
Los personajes en sombra también están en nuestros secretos. En la intimidad que nadie conoce.
Están en el closet.
Son los que jamás dejaríamos ver, porque amenazan nuestra identidad conocida, nuestra seguridad, el amor que conseguimos de otros.
Por ello ponemos mucha energía y empeño en mantenerlos ocultos, para otros y muchas veces para nuestra propia conciencia.
Ellos y ellas quieren voz. Quieren ser vistos y reconocidos, porque han sido malentendidos, juzgados, rechazados o temidos.
Aparecen en sueños y pesadillas, se disfrazan de perversiones y fantasías, se escabullen en nuestros chistes, se manifiestan en nuestros errores, aparecen cuando bajamos la guardia y soltamos un poco el control, o cuando la vida nos sacude de tal forma que nuestras defensas fallan y descuidamos esa vigilancia que los ha mantenido ocultos.
No nos dejan en paz. Se manifiestan en nuestras parejas, hijos e hijas, familiares y amigos y enemigos, en los jefes, y vecinos, lideres espirituales, políticos y criminales. Se convierten en nuestros ídolos, héroes y maestros, o en villanos y tiranos.
Harán lo que sea necesario para que los veamos de frente, los abracemos y aceptemos.
Porque ellos tienen un gran regalo para nosotros que no hemos podido recibir por tantas etiquetas que les hemos puesto, o les han puesto otros. Por las ideas que tenemos de ellos, o lo lejanos que los sentimos porque en nuestra historia poco espacio tuvieron.
Integrar esos personajes en sombra es reconocer que nunca han sido ajenos. Tomar su energía más allá de sus nombres, aprovechar sus dones y su perspectiva, enriquecer nuestro repertorio de habilidades, respuestas y posibilidades y vivir así una vida en movimiento, más flexible y con muchas más opciones.
Sacarlos a la luz es atravesar el miedo a no pertenecer, sabernos amados mucho más allá de los limitados personajes que ya conocemos, diluir las fronteras del ego estrecho, y ver el mundo de nuevas maneras. Dejarnos ver de otras maneras. Enriquecer nuestras relaciones, vivir completos y libres, usando la energía que queda disponible cuando dejamos de intentar mantener esas puertas que los han mantenido encerrados, con candado.
Podemos así interactuar con los demás de una manera más fluida y compasiva porque vamos descubriendo que nada nos es ajeno y el bien y el mal dejan de ser posturas morales rígidas.
Danzamos la vida, sin apegarnos o rechazar lo que viene, y reconocemos nuestro infinito potencial.
Para mi así ha sido en mi experiencia. En mi trabajo conmigo y también en el de otros.
Pasar del miedo a la confianza (una confianza que incluye el miedo) y a la aceptación de la vida sin querer cambiarme y cambiar el mundo permanentemente.
Atreverme. Salir de mi zona cómoda. Hacer lo que creía imposible. Exponerme y ser vulnerable. Atravesar la herida del rechazo, y el miedo al fracaso. Fracasar.
Perder.
Saber que puedo ser visible y también invisible pero que puedo elegir.
También ganar y enfrentarme a mi miedo a ganar.
Tener ganas de vivir.
Soltar tantas tensiones, creencias limitantes, identidades fijas. Esos "yo soy así" y "yo no soy así" van borrando sus barreras.
La indignación permanente con todo aquel que no cabe en mis esquemas, se va suavizando.
Siento profundo agradecimiento con la vida, con todos los terapeutas y maestros que han pasado por mi camino, mi familia a quién poco a poco he dejado de culpar por mi historia. Mis amigos, los de ahora y los de antes.
Con Nico y mis hijas con quienes mi sombra ha tenido la posibilidad de aparecer con contundencia.
Con el Dzogchen, la Gestalt, y tantas otras enseñanzas que han ido emergiendo en mi camino.

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