miércoles, 9 de enero de 2019

Acompañar la noche

Con la noche llega la oscuridad y navegar la oscuridad tiene lo suyo.
Pocos adultos se atreven a enfrentar solos su propia noche. Ese lugar de lo desconocido en donde aparecen los propios monstruos y fantasmas. Los rincones que han despojado de la luz de la conciencia por pura supervivencia.
Porque atravesar la noche es difícil. Es el camino del héroe.
Dar la espalda a lo seguro para adentrase a un espacio en donde nada es lo que parecía , las sombras danzan, y las distracciones habituales duermen también. Somos presas fáciles para depredadores, reales y psicológicos,
y si logramos rendirnos al sueño, se abre la puerta de un mundo misterioso e irracional.
En la noche nos enfrentamos con todo aquello a lo que logramos hacerle el quite a la luz del día.
¿Cuántos adultos tienen el coraje de adentrase conscientemente en su propia noche?
Enfrentar sus fantasmas. Soltar el control y entregarse a lo desconocido, dar la cara a sus miedos, despedirse de sus seguridades, hacer una travesía por su inconsciente sin compañía.
Pero pretendemos que los niños lo hagan rápidamente. Antes de siquiera haber terminado de saberse ellos, de tener un cuerpo desarrollado para moverse o un lenguaje para comunicarse.
Pasar la noche en un cuarto lejano solos, pasar derecho 12 horas, rápido y sin molestar.
A pasar la noche no se enseña con trucos y manipulaciones, chantajes o castigos.
A pasar la noche se acompaña. Y se acompaña atreviéndose también a pasar la propia para saber que es lo que depara la oscuridad.
Se acompaña dando la mano, ofreciendo el cuerpo y el corazón. Mostrando la luz interior que nunca se apaga, y escuchando con atención los mensajes de los monstruos y pesadillas. Permitiendo que el coraje y valentía aparezcan en el tiempo y ritmo de la propia existencia.
Así como tantos nos acompañan a nosotros en nuestras noches oscuras, acompañemos también a los niños a conocer la oscuridad que tanto evitamos nosotros mismos.

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