miércoles, 17 de mayo de 2017

Nada que esconder



¿Qué pasaría

...si oyeran todas nuestras conversaciones privadas?

... si leyeran nuestros chats?

... si nuestras paredes fueran transparentes?

... si viviéramos con una cámara permanentemente?
...si existiera la telepatía?
...si nuestro mundo interior se proyectara afuera?


¿Que pasaría si nuestra privacidad no lo fuera?


¿Qué parte de nosotros quedaría expuesta?


Saldrían a la luz secretos, vergüenzas, perversiones, odios, dolores, deseos, juicios, envidias, chismes, halagos


Todo lo prohibido y censurado,


¿Podríamos acaso sobrevivir como sociedad?


Si fuéramos completamente transparentes


¿Seguiríamos amando como decimos que lo hacemos?


En un principio quizá viviríamos el caos.


El dolor. La indignación. La decepción. El señalamiento. El asombro.


Nos costaría creer todo lo que se asoma. Nos ahogaríamos al descubrir nuestra mentira, nuestra hipocresía, nuestra crueldad, nuestro veneno, nuestros disfraces,

tantas fachadas, tantas máscaras.


No soportaríamos tanta honestidad. Saber tanto de nosotros a través de los demás. Quedar al descubierto sin tener donde escondernos. Incluso de nosotros mismos.


Tal vez por eso existe ese límite. Entre lo privado y lo público.

Aún no estamos listos para descubrirnos del todo.


Ver la sombra sin tapujos, aceptándonos y amándonos completos. Arriesgándonos a ser todo lo que somos.


Necesitamos los personajes. Un poco o un mucho de mentira que nos proteja.

O eso creemos.


Porque finalmente en este juego dual,

lo que no reconocemos en nosotros, aparece enfrente.


Pero empiezan a caer los velos.

Las redes no dan tregua.

La tecnología se mete por todos los rincones.


Parece ser que no es cuestión de estar listos o no.


La autenticidad llama a la puerta.

La verdad se asoma a la fuerza


Sí. Al principio sería insoportable.


Pero


¿Cuánta energía invertida en esta censura y represión?


¿Cuánto esfuerzo en ocultarnos y negar eso que tanto nos cuesta reconocer y aceptar?


¿Cuál es el costo de proteger nuestra intimidad?


¿Cuánto poder, luz y fuerza escondidos en el miedo a la exposición, juicio, burla y señalamiento?


Estemos listos o no,


Hay una voz que emerge con un volumen creciente


Es la voz de la sombra que a gritos nos cuenta,

que entre más la ignoremos, vendrá con más fuerza.


Sepamos que el amor y la compasión, si es que hay alguna diferencia, no discriminan.


y los limites son imaginarios.


No hay nada que esconder, porque todos somos lo mismo.

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