Tres de la mañana y Eloísa llora desconsolada, después de dos meses de cumplir el sueño de todo padre: Pasar derecho. Es gripa? Son gases? Tal vez la luna llena? Muchos estímulos en el día? El cansancio es extremo, y los gritos no paran… ¿y si le doy comida?... no porque se mal acostumbra. Mejor dejarla llorar, así aprende. Y los gritos siguen. Al final tetero en brazos y por fin llega el consuelo.
Entre miles de voces, lo que a veces creo que es instinto o tal vez desesperación, no sé muy bien, encuentro las respuestas que ningún libro, o especialista ha sabido darme con precisión. Así noche tras noche por fin me resigno a que Eloísa ha dejado de pasar lanoche, nadie sabe por qué, y vuelvo a aquellas noches de desvelo que muy pronto había creído superadas.
Son esas noches la gran sombra de la maternidad (y paternidad por supuesto!). De noche, aunque suene redundante, todo es más oscuro. No hay manera de imaginarse lo que significa un sueño constantemente interrumpido. Un bebé en brazos, o en la cuna, según lo que uno haya tomado como convicción, recordándole todo lo que se ha perdido por esto deser padre.
Eloísa llora y entre más se demore en volver a dormir, mayor la impotencia, rabia, cansancio, y ganas de que mágicamente desaparezca, por más prohibido que tengamos como padres decir semejante barbaridad. Cuando ya son tantas las veces que se despierta, entonces ya paso es a la resignación, hasta por fin entender que no hay nada que hacer, ni teorías, ni métodos que valgan. Un bebé se despierta de noche. Muchas veces. Así están hechos, y tal vez esa sea una gran prueba para pasar desde el principio.
En esas noches todo es oscuro y surge lo más oscuro de uno. Mientras el mundo duerme uno está en su soledad enfrentando sus fantasmas. Eloísa se despierta, Nicolás intenta dormir para poder ir a trabajar, y yo me levanto al principio con amor materno, después con resignación, después por obligación y al final con rabia. Nicolás se va a dormir a otra parte y siento alivio por poder meter a Eloísa en la cama y no tener que ir a su cuarto, y también tristeza de ver que ese partir de Nico es una de las tantas maneras en que ahora estamos separados por la llegada de nuestra bebé. A veces siento envidia de verlo dormir mientras yo con los ojos entrecerrados busco el chupo que nos conceda unas cuantas horas desilencio. Me pregunto, nos preguntamos, cómo definir estos nuevos roles. Cómo es que un papá y una mamá de este siglo deben hacer las cosas. Entre culpas, exigencias, envidias, rabia, incomprensión, que son parte de esta oscuridad que surge, disputamos quién hace qué, cómo y por qué.
Las lágrimas no son sólo de Eloísa. Todos nos volvemos un poco niños que quieren ser abrazados y consolados. Pero a diferencia de ella, nosotros ya no podemos gritar. Dealguna manera ella también grita por nosotros. Finalmente decidimos que sí, que Nico tiene que dormir. Yo me hago cargo.
Eloísa duerme pero yo ya no puedo conciliar el sueño. Me pregunto como hace alguien para tener 10 hijos, 8, 4 o 2!
Al fin caigo rendida y entre sueños de bebés y embarazos Eloísa despierta sonriente, lista para empezar un nuevo día. Mientras nosotros ojerosos, apenas podemos levantarnos de lacama.
Con el día llega la luz, y Nico yo nos podemos ver a los ojos. El anhelo de Eloísa por vivir nos recuerda de que se trata todo esto. Cada día nos reinventamos, descubrimos algo nuevo de nosotros mismos, vemos eso de lo esencialmente que estamos hechos.
Estos casi 7 meses (más los nueve de embarazo) he nacido como madre. He crecido, he aprendido, me he entregado, rendido, encontrado partes de mi que desconocía.
Eloísa ha sido un terremoto en nuestras cómodas vidas y ahora que estamos reconstruyendo nos damos cuenta que lo que cayó, ya no servía y que nuestras bases son sólidas así que solo es cuestión de renovarnos.
Hoy que al fin puedo sentarme a poner en palabras algo tan intenso y tantas veces indescriptible, veo hacia atrás y me siento inmensamente agradecida. Me doy cuenta que lamaternidad y paternidad, cambian radicalmente la vida, porque es de las pocas cosas de las que no hay escape.
En una sociedad en la que estamos tan centrados en nosotros mismos y en tener placer y comodidad, la maternidad y paternidad son un verdadero reto. Un hijo es bastante incómodo y no da demasiado tiempo para pensar en uno mismo. Cuesta despegarse de esa idea que uno tiene de uno mismo para entregarse a otro.
Y es que para mi ser mamá ha implicado una entrega que no creí que existiera. A veces se siente como sacrificio, renuncia… la vida ya no es la misma, se dejan muchas cosas… Pero cuando me permito sentir ese amor tan intenso, tan distinto, entonces lo siento como entrega. Ese acto de acompañar a otro ser en su viaje por la vida es tan intenso como indescriptible. Y eso no tiene precio.
Y esa entrega se extiende a Nico también. Eloísa tocó nuestra vida de una manera impensable. Ese ser mamá y ser papá no es ya un aspecto de la vida. Uno simplemente es alguien diferente y ve todo de una manera diferente y con todo lo que nos ha costado el y yo nos estamos encontrando de una nueva forma.
El amor nos sigue trasformando.
Ana María Constaín
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