lunes, 7 de julio de 2014

Los niños no siempre dicen la verdad

Por Ana María Constaín

Eloísa empezó hoy un curso de vacaciones. No quiero ir, me dijo esta mañana.
Te pregunté si querías y dijiste que si.
¡Pero no quiero ir! Repitió. Esta vez llorando. No me gusta ese club. 

No es la primera vez que ella me dice algo así. No quiero ir al colegio. No quiero ir al parque. Me duele la barriga.

Mi primer impulso es creerle. Respetar sus decisiones.

Los niños siempre dicen la verdad.

Si dice algo así es por algo.

He aprendido a no hacer caso de esta voz, que nace de mi necesidad de ser una buena madre y no dañar a mis hijas, y ver un poco más allá.

Eloísa, ¿tal vez estas nerviosa? ¿No conoces a nadie y tienes pena?
Si mamá. Me abraza llorando.
¿Te acuerdas que otras veces te ha pasado? ¿Y que luego vas y conoces gente y pasas muy rico? Tu haces amigos muy fácil!
Bueno mamá lo voy a intentar.
Ya en el paradero me dice nuevamente. Mamá estoy muy nerviosa. Tal vez no fue buena idea venir.
Lo sé. Yo también me he sentido así. Pero si por miedo dejaos de hacer cosas, nos perdemos de mucha diversión… (créeme, lo he aprendido a las malas!)

Eloísa, como tantas otras veces, atravesó ese momento difícil y tuvo una gran experiencia.

Esta y tantas otras veces he estado en el dilema de respetarla. Creerle. Cambiarla de colegio. Dejarla en casa. No forzarla a comer. No forzarla a ir a sus clases de natación. Permitirla que decida. Que elija. Al final ella sabe de ella misma más que yo.

Los niños siempre dicen la verdad.

Pero mirándome y mirándola logro acallar tantas voces y puedo ser su mamá.

La mamá adulta que ella necesita para acompañarla, sostenerla, cuidarla, empujarla, tomar las decisiones importantes, oírla más allá de sus palabras.

Siendo mamá y trabajando con niños, he aprendido que en nuestro afán de proteger a los niños, respetar sus derechos, escucharlos y satisfacer sus necesidades, nos hemos ido a extremos que no solo no logran nuestro cometido, sino que generan nuevas formas de abuso y desprotección.

Hemos idealizado la infancia. El respeto por los niños se ha convertido en una devoción, a veces exagerada, que convierte a los pequeños en seres omnipotentes.

Hemos idealizado la infancia poniendo en ella todo aquello que consideramos perdido. La conexión con la vida. Con el cuerpo. La autenticidad. La espontaneidad. La preciosa capacidad de vivir en el presente. La alegría fácil. La ingenuidad. La inocencia. La brutal honestidad. La capacidad de pedir y de saber lo que se quiere.

Y vivimos en la ilusión de que si protegemos esto en los niños, entonces lo conservaremos. Haremos un mundo mejor.

En esta ilusión, dejamos de ver a los niños reales. Dejamos de escucharlos. De sentirlos.

Solo vemos su luz. Solo vemos la proyección de lo que queremos que sean. Porque se han convertido en nuestra esperanza. Nos alimentamos de ellos para llenar nuestros propios vacíos.

Los convertimos en nuestros héroes.

En esta, nuestra devoción por los niños, los dejamos solos.

Porque les damos un poder que aún no tienen. Al menos no en todas las dimensiones.

Si creo que los niños tienen una conexión espiritual muy pura, que los hace sabios de muchas maneras.

Pero los niños son seres humanos. Personas que dependen de los adultos para sobrevivir. Que necesitan de guías para entender como funciona el mundo. Alguien que les enseñe un lenguaje. Que les ayude a regular sus emociones. Alguien que les ayude a traducir un mundo de sensaciones que ellos apenas empiezan a comprender.

No. Los niños no siempre dicen la verdad.

Porque no son capaces aún de poner en palabras lo que les pasa en su mundo interno. Necesitan con urgencia alguien que cuestione esas palabras y les ayude a ponerse en contacto con su necesidad genuina.

Hoy, muchos niños tienen una omnipotencia desmedida. Deciden sobre asuntos muy importantes. Sus palabras no son jamás cuestionadas. Sus acciones, por dañinas que puedan ser, envueltas en un halo de luz enceguecedora.

Los niños no siempre dicen la verdad.

No quiero ir al colegio, puede significar tengo miedo de lo desconocido.
No tengo hambre, puede ser prefiero jugar
Quiero tener un hermanito, tal vez sea me siento solo,
Mi profesora me pegó, tal vez signifique abrazo a mi amigo, tengo celos, y quiero que la regañen.

Incluso en el testimonio de crueles abusos y castigos,

Los niños no siempre dicen la verdad

Viven en un mundo fantástico donde la realidad se mezcla con la fantasía.

No entienden con claridad que es lo que quieren y necesitan y dicen lo que creen que puede calmar sus sensaciones desagradables.

Los niños si manipulan. Por supuesto que lo hacen. Porque están aprendiendo a conseguir de su ambiente lo que necesitan. Y son hábiles en entender cómo lograrlo. A veces son caprichosos. Están en contacto con el placer de la vida y por supuesto prefieren lo que más placer les da. No solo lo que mejor les viene.

Porque los niños no son solo pureza e inocencia.
Son seres humanos.
Con luces y sombras.
Con emociones, necesidades y deseos.


Si. Su esencia es impecable. Como la de todos los seres humanos.

Pero los niños no son solo esencia. Son personas. No es que el mundo los contamine. Es que ellos son parte de ese mundo dual. De bondad y maldad. Ese es también su aprendizaje. Su experiencia.

Y negarles esto es negar una parte de ellos.
Es amarlos condicionalmente. Obligarlos a esconder todo aquello que no quepa en nuestra idealizada idea de niñez impoluta.

Así que los niños no siempre dicen la verdad.

Si fallamos en comprender esto, fallaremos como adultos. Los desprotegeremos.

Responderemos a sus pedidos egocéntricos propios de su edad. Los privaremos de experiencias necesarias para su crecimiento. Castigaremos a otros injustamente, desatando sentimientos de culpa. Les daremos el poder de decisiones que no les corresponde.

Los haremos adultos antes de tiempo.

Los niños nos necesitan adultos. Capaces de contenerlos. De traducir sus torpes palabras para adentrarnos en su mundo interno y satisfacer sus verdaderas necesidades. No las que desde su mundo infantil pueden verbalizar. Nos necesitan adultos para contenerlos y que no se desborden. Que les enseñemos del mundo y sus formas. Que los ayudemos a vencer obstáculos saliéndose de zonas cómodas y cálidas.

Los niños no necesitan que hagamos caso a sus palabras ingenuas. Que llenemos sus insaciables pedidos. Que los convirtamos en el centro de nuestro mundo y en  nuestra fuente de sabiduría.

No.
Los niños nos necesitan adultos.
Para que puedan ser niños. En toda la extensión de la palabra

(con las luces y sombras)

7 comentarios:

  1. He leído en otra entrada que te habían criticado duramente por ésta. Quiero decirte que has puesto palabras a las ideas confusas que rondaban por mi cabeza. Yo también me debato con mi hija de 3 años y medio entre el respeto a sus ideas y forzar a veces un poco las cosas porque a veces me chirrían sus opiniones, en el fondo sé que sus palabras no están expresando sus verdaderas necesidades. Con la comida, el sueño, el miedo a nuevas situaciones o retos, siento que ella todavía no es capaz de conectar claramente con sus necesidades. Y eso se da de bruces, como bien dices, con la corriente que dice que los bebés desde que nacen saben perfectamente cuáles son sus necesidades y las saben expresar. Y eso te hace sentirte culpable como madre cuando interfieres. Pero cada vez me doy más cuenta de que al menos cuando van creciendo y su pensamiento se va haciendo más rico y complicado, de que les pasa un poco como a nosotros y sensaciones momentáneas enmascaran las verdaderas necesidades. Y sí, a veces necesitan que les digamos qué es lo que les pasa realmente. Porque están aprendiendo a expresarse y reconocerse.
    Me ha encantado tu artículo.

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    1. Gracias Begoña,
      Creo que entre más nos acerquemos a ellos y a nosotros mismos desde todo lo que somos, y no desde ideales y creencias ajenas, más podemos atender las necesidades y verlos y vernos en complitud.
      Me alegra que hayas recibido el mensaje que intenté transmitir. Al menos eso me parece =)
      Un abrazo

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  2. Yo tengo una opinion muy particular y diferente al respecto, creo que los niños dicen la verdad desde su particular forma de percibir y ver el mundo que no es nuestra verdad, no es que esten mintiendo, esa es su verdad muy respetable, yo trabajo desde hace 18 años con niños y mi teoria es que hablan un lenguaje diferente por que perciben y sienten diferente, es el adulto el que necesita entender su lenguaje, creo que capto tu punto y estoy de acuerdo en que los niños son personas, de hecho no creo que sean seres incompletos, al contrario, son personas con sus propias Convicciones y es nuestro reto entender y comprender, yo trabajo filosofia con niños y a diferencia tuya pienso que perciben de una manera autentica la realidad, es el adulto quien ya solo ve lo que quiere ver, tal vez la forma en que lo has planteado es lo que no me parece, por que no son mentiras, es su sentir y efectivamente para eso esta el adulto pero no juzgando como una mentira sino como su forma de sentir, por que yo si creo que dicen la verdad, su verdad que casi nunca es la misma que la nuestra. Trabajo con familias, con cientos de niños que no son escuchados ni comprendidos por que justamente son tratados de mentirosos y manipuladores, pero hay que entrar a sus mundos no introducirlos bruscamente al nuestro que no siempre es real, sino mucha construccion nuestra. Y la fantasia no es una mentira es la forma que usan para acercarse a una realidad. Es mi.particular opinion y hablo desde mi experiencia personal, como terapeuta y madre. Es el adulto quien debe aprender el lenguaje de los niños y ayudarlos, necesitan adultos que crean y confien en ellos el reto es aprender a mirar. Los niños siempre dicen la verdad, su verdad. Saludos.

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    1. Hola Mariluz. Gracias por comentar.
      Entiendo tu punto. Lo comparto. Y contestare extensamente porque me parece muy importante entrar al fondo de esto =)

      Me parece que lo controversial de esta entrada es que la frase "Los niños no siempre dicen la verdad". Nos toca a muchos un punto sensible. Sospecho que la asociamos con vivencias infantiles personales, con experiencias con otros padres que ignoran y maltratan a los niños. Es una frase que convoca al maltrato infantil y a la cultura tan centrada en los adultos que no respetan a los niños.
      Este no es el propósito de este artículo. Y aunque creí que era claro, tal vez no lo es.

      A veces, los niños dicen la verdad en su forma particular, coincido.
      Es decir, ellos dicen lo que viven. Y esto es su verdad. Ahora, los adultos, en mi opinión, muchas veces tomamos LITERALMENTE estas palabras, nublados por creencias, como por ejemplo, que los niños saben perfectamente lo que necesitan siempre y lo pueden expresar. Entonces no podemos indagar y acompañar para descubrir que hay detrás de sus palabras y poder atender lo que de verdad están necesitando.

      El punto de este escrito es que muchas veces aunque estamos convencidos de que tenemos puesta la mirada en el niño y en sus necesidades, no es así. Lo que hacemos es proyectar nuestras necesidades y creencias en ellos y dejamos de verlos REALMENTE. De conectar para poder dar lo que necesitan.

      Ese es un punto. El otro que es tal vez más delicado de decir, es que a veces, en nuestra necesidad de criar niños felices y sanos, ponemos en ellos estas expectativas. Cualquier cosa que no encaje con esta visión que tenemos de lo que queremos en nuestros hijos (por su beneficio por supuesto) no lo podemos ver, porque definimos nuestra "buena maternidad o paternidad" en relación directa con quienes son nuestros hijos y como se comportan. Esto tienen muchísimas matices.

      Entonces, un niño que no dice la verdad, es un niño "enfermo", "infeliz", "irrespetado", "con unos padres que no han sabido acompañarlo" etc. Y entonces una mentira se convierte en patológica.

      Está el caso de la fantasía, del lenguaje propio de los niños, de su manera de expresarse. Y entonces los padres y adultos podemos acercarnos a ese lenguaje y juntos descubrir que necesitan. O simplemente dejarlos vivir su fantasía.

      Y está el caso de la mentira. Que aunque en realidad no es mencionado en este escrito, (en ninguna parte dice mentira) esto se ha tocado en otras discusiones.
      Yo en mi trabajo personal y profesional, también quiero "dejar de satanizar".
      A veces los niños si dicen mentiras. Por miedo, angustia, dolor, imitación... por miles de razones.
      Si nos quedamos en "claro es que es culpa de la sociedad".. " es que con esos papas" " es que con este mundo enfermo".. " es que no lo oyen" etc. Nos alejamos de lo que está pasando.
      Vienen frases como "me decepcionas". "Con todo lo que he hecho por ti" "No entiendo de donde lo ha aprendido si somos tan respetuosos con el/ella", "Debe ser por como es el papá" etc.
      Todo esto cargado de muchísima culpa.

      O viene la negación absoluta. "es la verdad.. los niños siempre dicen la verdad".
      "Si el dice que no lo hizo, no lo hizo", "Si el dice que no quiere ir, es porque intuitivamente percibe algo que está mal", etc.

      En cualquier caso desprotegemos al niño, porque no vemos lo que realmente está pidiendo.
      Partir de ACEPTAR al niño como es y de ACEPTAR que no somos ni los papás perfectos, ni la sociedad perfecta, y que los niños tampoco lo son, es, para mi, el primer paso para acercarnos y conectarnos mejor. Poder verlos y respetarlos.

      Hay una palícula que a mi me gustó mucho y que puede ilustrar alguno de los puntos que menciono: https://www.youtube.com/watch?v=9RogHLfx-cg

      LA CACERÍA (Jagten, The hunt)

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    2. creo que mi respuesta anterior se borró cuando la envié antes del link que te he compartido, y creo que miramos desde perspectivas muy diferentes, y entiendo tu punto pero repito tal vez la forma de externarlo y excribirlo es un poco confusa, en mi anterior respuesta, te comentaba que tal vez el titulo ya es bastante tendencioso, no usas el termino mentira, pero al afirmar que no siempre dicen la verdad externas que mienten, y no es una mentira, por que no dicen la verdad mirando la verdad de quien, por que lo es para el niño, si partimos de que miran y perciben diferente. Otra cosa que me preocupa es que efectivamente el niño es una persona, pero precisamente por que es una persona el adulto tiene que tener una postura como la tiene con cualquier otra persona, incluida un adulto, y a esto me refiero, conocer, intentar saber quien es y que piensa, y como piensa, pero si tu te pones con un adulto en la posición de experto y de saber sus necesidades pues ya no estas en la postura de conocer sino de imponer, y en tu articulo el niño siempre está como un aprendiz, y como una persona incompleta que esta terminando de ser persona, y prefiero pensar que es perfecta, no imperfecta, que justo así como es con sus defectos y virtudes ya es genial, por que el problema con los niños es que los adultos vivimos de espectativas sobre lo que esperamos de ellos y jamas las cumplen y eso es frustrante tanto como padre y madre, pero sobre todo como hijo, los niños y adolescentes me han dicho, mis padres creen saber quien soy pero no tienen ni idea y es verdad, tienen razóon, y eso me preocupa, porque ambos somos aprendices, precisamente por que como comentas, el adulto proyecta sus necesidades y creencias, no es garantía que mi forma de mirar la realidad y sus necesidades sea la correcta, es un riesgo muy grande pretender que así es y por eso la mayoría de los niños viven frustrados, por que son dos mundos, dos polos opuestos, dos miradas, y en mi particular experiencia la capacidad de percepción de un niño es mas nitida y real que la de un adulto, por eso es el adulto quien tiene que entrar al mundo del niño, para poder ayudarlo y acompañarlo y sobre todo entenderlo.El niño ya está en el mundo pero tu comentas que está inmerso en el mundo del adulto y no cuestionas si este mundo en el que los adultos estamos o creemos estar es el auténtico, el real. Jalar al niño a nuestra realidad es muy riesgoso por que la verdad es que ni siquiera es una realidad sana para nosotros, al menos como la hemos construido. Pero repito tal vez mi postura es muy existencialista y filosofica, por eso en mis talleres uso la filosofiá para ayudar a los papás a platicar con sus hijos, por que los niños usan mucho la lógica, y el razonamiento es inductivo, y el adulto ya no los usa, mas bien esta basado en preceptos y creencias como tu dices, y el niño no. En fin que te agradezco mucho tu respuesta, pero creo que la forma de trabajar y mirar al niño es diferente y repito en mi experiencia yo la idealizacion de la infancia la veo mas en teoría pero no en la realidad, los adultos seguimos imponiendo nuestras posturas, nuestras creencias y sobre todo distorcionamos la realidad, pero si seguimos pensando que nosotros estamos bien y es el niño el que está mal no vamos por buen camino. Aquí en mi ciudad los indices de suicidio van en aumento en un dia hemos tenido 4 suicidios y dos fueron niños de 10 y 12 años, y te repito yo lo que veo a diario en el coonsultorio es dificultad para entender y comunicar y los niños no son escuchados, no son entendidos, y no es un cliché, es una realidad, el mundo está hecho por y para adultos no están incluidos los niños, y a mi me ha funcionado mucho ser una intermediaria y ayudar a los adultos a incluirse en ese mundo que es genial, y si, es mucho mejor que el nuestro, que asusta, y es muy incongruente, los niños no son parte de este mundo, ellos miran el mundo, nosotros ya no lo miramos, ya no nos sorprendemos, evadimos y tenemos muchos conflictos sin resolver. Te mando un fuerte abrazo y te fellicito por tu trabajo y tu blog.

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    3. Hola Mariluz,
      Gracias por tus comentarios. Creo que esto es muy enriquecedor. Al final de este compartir en que se genera crecimiento.
      Yo no creo que tengamos puntos de vista tan diferentes.
      Más bien creo que estamos hablando de cosas diferentes.

      Respondiendo a tu comentario, estoy de acuerdo con que no somos expertos que tenemos que decirle al niño lo que necesita y lo que esta bien y mal.
      Y estoy de acuerdo con que los niños son personas, completas y perfectas en el sentido más existencial.
      Y cuando hablamos de dimensiones diferentes del ser humano es cuando empezamos a confundirnos, creo yo.
      A mi me ha ayudado a dar mas claridad entender que una cosa es el ser esencial, alma, dimension espiritual etc. Otra es la cognitiva, otra es la fisiológica, otra la emocional, etc.
      Cuando hablamos de lo más sutil, de ese ser que son los niños, puedo entonces ver y sentir esa perfección. Esa claridad. Esa sabiduría. Etc. Desde ese lugar no tengo la menor duda de que ellos tienen mucho que enseñarnos. Justamente porque están muy conectados con ese mundo. No tienen todavía tantas capas, defensas, creencias limitantes.
      Pero cuando solo vemos esta parte y nos olvidamos que en otras dimensiones ellos aun están desarrollandose, entonces nos es mas dificil atender sus necesidades. Esa parte es a la que me refiero cuando digo que son personas. Tener un cuerpo físico. Estar en la dimensión humana.
      Los padres estamos de alguna manera para acoger ese ser y protegerlo. Darle lo que necesita en este mundo físico para que sobreviva. Al menos hasta cierto punto.
      Entonces, no es que seamos expertos y ellos no sepan nada. Es que estamos en algunas dimensiones vamos más "adelante". Un bebé depende completamente del cuidado de un adulto. emocionalmente y fisiológicamente aun no cuenta con lo necesario para ser autónomo.
      Y de alguna manera, para bien o para mal, llevamos mas tiempo en la tierra. Sabemos como funciona. Aunque mucho de esto no sea ideal. Podemos guiarlos para que entiendan un poco "las reglas del juego". Al menos para que sobrevivan. Se adapten lo suficiente para poder habitar el planeta.
      A mi me gusta la analogía de un guía turístico cuando vamos a un país extranjero.
      Tenemos hambre pero no sabemos el lenguaje. El nos ayuda a pedir lo que queremos.
      Nos enseña donde estan las cosas, nos cuenta de las reglas culturales que hay que seguir etc. Podemos estar o no de acuerdo. Pero a una iglesia en Roma debes entrar con los hombros cubiertos. Asi es.
      No quiere decir que esto sea ideal, ni que no se pueda transformar. Pero creo que podemos partir de aceptar como son las cosas para luego irlas transformando.
      Adaptarnos es diferente a sobreadaptarnos. Adaptarnos es necesario para sobrevivir. Sobreadaptarnos es olvidarnos de quienes somos y solo responder a las necesidades externas.
      Creo que son muchos temas que se entremezclan.
      A mi me parece que el problema más grande es que no podemos escuchar a los niños porque somos incapaces de oírnos a nosotros mismos. De revisarnos. De mirar adentro con honestidad. Entonces nos guiamos por cosas externas. Verdades ajenas. Pautas rígidas que nada tienen que ver con nosotros. Tragamos entero.
      Cuando yo digo que traduzcamos lo que los niños necesitan es eso. Ayudémosles a decir en palabras lo que sienten y necesitan. No imponerlo. Acompañarlos. Preguntarles. Acercarnos a su mundo. Sentirlos. Conectar con ellos.
      Es un intercambio en donde en el contacto ambas partes podemos crecer y aprender.

      Al final creo que de todas estas reflexiones es como vamos transformándonos y los niños y jovenes nos dan al posibilidad de generar estos movimientos para ir evolucionando.
      Un abrazo grande!


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  3. Aqui el link, http://institutohypatia.blogspot.mx/2014/04/de-como-la-vida-intenta-cambiarnos.html?m=1 Y un fuerte abrazo!!!

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