Hay algo increíblemente liberador en leer o en oír de boca
de otros cosas innombrables. Deseos ocultos, sentimientos prohibidos, secretos
guardados.
Cuando esas voces y experiencias internas cobran voz en el
afuera nos sentimos acompañados. Nos conectamos desde la humanidad que
compartimos.
La maternidad está llena de innombrables.
Hay muchas cosas que las mamás no “deberíamos” hacer,
sentir, decir. No importa cuál haya sido el ideal que nos construimos,
pareciera que siempre vamos tras uno. Y cualquier cosa que se salga de ese
ideal pasa al territorio de lo prohibido. Entonces lo escondemos, consciente o
inconscientemente de los demás y lo más grave, de nosotros mismos.
No es fácil confesar y confesarnos los tantos momentos en
los que no queremos ser madres. Que nos
sentimos agotadas, incapaces. Otros
tantos en que estamos perdidas sin la menor idea de qué hacer. Ahí frente a
nuestros hijos que están siempre, que no desaparecen mágicamente, que necesitan
tantas, tantas cosas que no podemos darles. Tanto amor que muchas veces no
encontramos dentro de nosotras mismas.
Cuántas veces nos encontramos haciendo lo que no “deberíamos”.
Contradiciendo a nuestro entorno, siendo inadecuadas para los que nos rodean.
Siendo vegetarianos en una familia carnívora, o poniendo en su propia cama a un
hijo del colecho… no importa de donde vengamos, cuales sean nuestras
convicciones. Cuántas veces nos encontramos en contravía.
Y callamos. Callamos muchas cosas. Callamos todo lo que puede
herir, romper, volvernos vulnerables. Dejamos de decir tantas cosas que nos pasan
para que nadie se de cuenta. Que nuestros hijos no sepan nuestros profundos
secretos, que nuestras madres se sientan orgullosas, que nuestras parejas no
nos abandonen al descubrirnos, que nuestras amigas no se decepcionen…. Callamos
hasta que olvidamos. A veces ni nos damos cuenta. Pasamos todo a la sombra sin
ninguna posibilidad de asomo.
Pero lo innombrable no desaparece.
Se manifiesta de tantas maneras! Enfermedades propias y de
los hijos, depresiones profundas,
adicciones, conductas disfuncionales, accidentes, “mala suerte”.
Lo innombrable busca su camino hacia la luz.
Y así sea nombrado por otros, empieza a encontrar ese
camino.
Nombremos lo innombrable. Démosle un lugar. Liberémoslo de
nuestras entrañas para que ya no ocupe tanto espacio. Para que ya no haga tanto
ruido. Para que no obstaculice nuestra esencia. Para que pueda fluir el amor.
Gracias a ti por pasarte mi blog y permitirme "descubrirte"!¿Donde vives, en España?
ResponderEliminarEsto que dices es lo más difícil de todo. Sacar el inconsciente, abrazar la sombra, ser humildes y honestos con nosotros mismos.
Veo, como bien dices, entre muchas mamás que criamos con apego, y también entre muchos "gurús espirituales" esa ansia de correr hacia un "ideal", hacia un lugar "luminoso" que habremos de alcanzar y todo lo que va quedando en el camino, la realidad, no se nombra ni se reconoce.
Leí hace poco a Wayne Liquorman, La aceptación de lo que es, (filosofía advaita) y me ha corroborado la certeza que yo venía rumiando:
la sanación no está en ascender una escalera hacia alguna parte "superior" (sea la que sea: la riqueza, el intelecto o la iluminación) sino en aceptar lo que somos aquí y ahora. Todo está bien como está y todos hacemos lo mejor que podemos en cada momento. Cuando esa aceptación llega hay paz. Y esa paz es la curación.
Un abrazo grande!!!
Gracias por tus palabras. Y gracias por tu Blog!
EliminarTe cuento que viví en España. En Madrid. Hace dos años volví a Colombia, mi país natal.
Muy sabias esas palabras. No conocía e autor. Buscaré el título.
Un abrazo grande para ti también.
FELICIDADES POR EL POST!! CUANTA RAZÓN!!
ResponderEliminarSUERTE QUE SOMOS CONSCIENTES Y EN ESO ESTAMOS.
UNA ABRAZO,
LAURA
Gracias Laura.
EliminarUn abrazo a tu tambien
Ana María, imposible decirlo mejor, con tanta sencillez y claridad a la vez. Para mi mi blog ha sido la manera de nombrar lo innombrable, de llenarme de fuerzas, de reafirmarme, de derci, o más bien escribir lo que siento, de exponerme, de darle una ruta para que la oscuridad que vive en lo profundo de mi alma encuentre la luz. Un abrazote!!! Y que honor que Ileana te deje este comentario!!
ResponderEliminarGracias Zary,
EliminarMe alegra que tengas caminos para nombrar lo innombrable. Para vivir con conciencia esta tu maternidad. Seguimos en contacto!
Un abrazo
Te leo y me viene una frase que me encanta:
ResponderEliminar"Nacimos para ser reales, no perfectas". Añadiría: también como madres. Aunque qué dificil vivirlo así, cuando uno está buscando siempre hacer lo mejor para sus hijos, permitirse ser una como madre, con las propias limitaciones... Me viene algo que he leído en tu blog anteriorte y que una colega psicoterapeuta madre me decía de la relación con sus dos hijos: "sí, esta mañana le he gritado a mi niña, me llenó la impaciencia; luego cuando me calmé le pedí perdón y le conté qué me sucedía, porqué la prisa me había podido; ella sabe que no tiene una mamá perfecta, sino una mamá que es imperfecta y la quiere (y que le enseña a reparar)".
Un abrazo, nuevamente gracias por tus posts.
Mar